sábado, 9 de enero de 2010

LAMENTABLE NOTICIA

A nuestra Comunidad de Metrenco, Iglesia viva de la Araucanía: amigos les comunico el sensible fallecimiento de la esposa de Don Nelson Lagos. Sus restos están siendo velados en el Hogar de Cristo de Avda. Alemania. El lunes serán sus funerales durante la mañana.

Evangelio domingo 10 de enero 2010.

AMADOS Y ELEGIDOS POR DIOS.

Jesús, desde el punto de vista moral, no necesitaba convertirse, pues no tenía pecado. Sin embargo, el Evangelio de hoy (Lc.3,15-16. 21-22), lo presenta haciéndose bautizar en el Jordán por su primo Juan, en respuesta a la exhortación a la conversión que hacía el Bautista. Con motivo de su bautismo, Jesús recibe el Espíritu Santo, al tiempo que se escucha una voz en el cielo diciendo: “Tú eres mi Hijo el amado. Tú eres mi elegido”. El relato detalla, que Jesús vive esta experiencia, mientras estaba en oración. Estar en oración, recibir el Espíritu Santo, y vivir la experiencia de sentirse amado y elegido por Dios. Estos tres rasgos marcaron profundamente la vida del Nazareno, como verdadero hombre y como verdadero Dios. Son tres rasgos que al irse dando van marcando la vida de cualquier creyente.

Son tres rasgos, que hoy a nosotros pueden renovarnos la vida, haciéndonos cambiar el agitado y mediocre ámbito de nuestras relaciones humanas. Son tres características, que urgen en un mundo, por un lado tan necesitado de alimento para el espíritu, y por otro lado tan alejado de los caminos para encontrar ese alimento. Un mundo tan consumista y materialista en donde pareciera que no queda lugar para nada gratuito, ni siquiera la experiencia de sentirse amado y elegido por alguien que me quiera por lo que soy y no por lo que tengo. Un mundo en donde el diálogo entre las personas y el diálogo con Dios queda relegado a un segundo plano porque es más importante trabajar y producir. Un mundo en donde no muchas personas tienen un cuidado por dar buen ejemplo de algo a alguien, porque muy pocos se comprometen de manera testimonial con sus convicciones profundas. En medio de este mundo, Jesús quiere invitarnos a seguir su ejemplo, para vivir y compartir la experiencia de sentirnos amados y elegidos por Dios, abiertos a la acción de su Espíritu, y en un constante diálogo de oración que nos permita ser y sentirnos plenamente seres humanos, plenamente personas, plenamente hijos de Dios.

Fr. Miguel Angel Ríos op.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Evangelio del domingo 27 de diciembre


Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo electo de Oviedo

HUESCA, sábado, 26 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al evangelio de este domingo de la Sagrada Familia, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, arzobispo electo de Oviedo.

* * *



El evangelio de este domingo navideño nos sitúa ante una escena de la Sagrada Familia. José discreto, Jesús en las cosas de su Padre y María guardando lo que entiende o no entiende en Dios dentro de su corazón. Dios no es un dios solitario, que se aburre en su sillón de nubes pescando con un mando a distancia algo en lo que entretenerse sin más. Dios es un Dios comunión, relación amorosa de tres Personas que se quieren: un Padre que ama al Hijo en el Espíritu, un Amante, un Amado y un Amor, como diría san Agustín. Y este Dios familiar, nos ha hecho a su imagen y semejanza. Sin familia el hombre se deshumaniza. Y por eso Dios, puesto a huma narse, no ha querido prescindir de esta realidad. Jesús, María y a José, tienen una palabra que decirnos. Han querido vivir divinamente la aventura hu mana. Como dice Benedicto XVI, "la revelación bíblica es ante todo expresión de una historia de amor, la historia de la alianza de Dios con los hombres: por este motivo, la historia del amor y de la unión de un hombre y de una mujer en la alianza del matrimonio ha podido ser asumida por Dios como símbolo de la historia de la salvación". Pero no lo tuvo fácil la Sagrada Familia. Tuvo que afrontar el habitar un mundo muy condicionado por los proyectos ajenos al proyecto de Dios. El Hijo de Dios, ya desde el inicio de su andadura terrestre tendrá que ha bérse las con la inseguridad, la insidia, la hostilidad. La vida será amenazada no sólo en el fi nal de un calvario, sino ya en el principio cuando la palabra y los ges tos de esta nueva criatura, parecían lejanos de presentar un problema a to dos los poderes estableci dos. La vida del Mesías era preciso controlarla, y ante la imposibilidad de esto, era mejor eliminarla o, al menos, censurarla.

Hoy, ante esta vida de Dios que se ha manifestado no sólo hace dos mil años en Belén, sino que a diario se manifiesta en nosotros y entre nosotros, po demos pregun tarnos qué tipos de censuras practicamos... ¡respecto del mismo Dios! Porque podemos ser creyentes de un Dios inofensivo, lejano; creyentes en un Dios con domicilio en cualquier panteón clásico, que no nos denuncie los malos vivires y que no nos anuncie cómo son los vivires buenos, un Dios que nos deje en paz. Hay muchas formas de censurar la vida, la vida que Dios es y que nos da, la vida que Dios pide de nosotros: abortos y eutanasias, injusti cias y matanzas, egoísmos e insolidaridades. Aquella Santa Familia, como aque llos pri meros cristianos, tratándose como eran tratados por Dios, fueron capaces de transfor mar el mundo... sacando al Dios desconocido de los panteones para reconocerlo en lo cotidiano, en los días laborables, en lo familiar de una vida humana.


lunes, 21 de diciembre de 2009

Falleció nuestro hermano y amigo Ronaldo Muñoz


Este martes 15 de diciembre de 2009, a las 16.50 hrs., ha fallecido en Santiago de Chile el religioso y sacerdote Ronaldo Muñoz Gibbs, de la Congregación de los Sagrados Corazones

Había nacido en Santiago el 7 de marzo de 1933. Sus estudios básicos y medios los realizó en el Colegio de los Sagrados Corazones de la misma ciudad. Después de estudiar arquitectura por algunos años, ingresó como religioso a la Congregación en 1954. Profesó sus primeros votos el 27 de marzo de 1955 y, una vez terminados sus estudios eclesiásticos en el Seminario de su Congregación (Los Perales, Valparaíso), recibió allí mismo la ordenación sacerdotal el 23 de julio de 1961.

Enseguida continuó sus estudios de postgrado en la Universidad Gregoriana de Roma donde obtuvo la Licenciatura en Teología, y en el Instituto Católico de París donde obtuvo la habilitación para el doctorado. En 1964 comenzó la docencia académica en Chile, y entre 1966 y 1979 lo hizo en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile. Entre tanto, en 1972, culminó su Doctorado en Teología en Alemania, en la Universidad de Ratisbona, con su tesis “Nueva conciencia de la Iglesia en América Latina”.

Desde los inicios de su ministerio, compartió su tiempo entre el acompañamiento pastoral en sectores populares de Santiago Sur, donde residió la mayor parte de su vida, y el servicio teológico en la Iglesia chilena y latinoamericana.

Entre 1965 y 1980 integró el equipo teológico de la CLAR (confederación latinoamericana de religiosos) y el equipo editor de la colección “Teología y Liberación”. Participó además en equipos de asesores de obispos en las conferencias episcopales de Puebla, Santo Domingo y Aparecida. Fue profesor invitado en España y Bélgica. Entre 1982 y 1994 fue director de la revista “Pastoral Popular” y entre 1986 y 1997 enseñó teología sistemática en el Instituto Alfonsiano.

Desde 1998 y hasta 2004 residió en la ciudad de Río Bueno (diócesis de Valdivia), sirviendo junto a hermanos de su Congregación en la parroquia del lugar y enseñando teología en la Universidad Católica de Temuco. Desde allí implementó instancias de encuentros de teología y pastoral entre grupos de chilenos y argentinos del sur, con una especial incidencia en la realidad indígena de esas zonas.

A partir de 1960 y hasta 2009 publicó en Chile y en el extranjero varios libros y artículos, entre ellos: Nueva Conciencia de la Iglesia en América Latina (Santiago, Salamanca, Petrópolis, 1973); La Iglesia en el Pueblo: Hacia una Eclesiología Latinoamericana (Lima, Petrópolis, 1983); Pueblo, Comunidad, Evangelio. Escritos Eclesiológicos (Santiago 1994); Nueva Conciencia Cristiana en un mundo globalizado (Santiago, 2009). Su obra más divulgada, Dios de los Cristianos, tiene traducciones en portugués, inglés, francés, italiano y alemán (Santiago, Petrópolis, New York, París, Assisi, Düsseldorf, 1987-90).

De regreso en Santiago en 2005, pasó a vivir junto a sus hermanos de Congregación en el sector poblacional Nueva Lo Espejo, desde continuó desarrollando su compromiso con las comunidades de base del lugar y su amplio servicio teológico y pastoral, especialmente en la formación de laicos. En mayo de 2008 se le detectó un tumor canceroso a la vejiga, cuya difusión orgánica no se pudo detener.

Ronaldo Muñoz fue un sacerdote que siempre quiso vivir entre los pobres y así lo hizo. En ellos pudo encontrar con mayor transparencia el rostro de Jesús; de ellos aprendió la sencillez, la solidaridad, el compromiso. A su vez, los pobres lo acompañaron con su fraterno cariño y muy especialmente en la cercanía de su muerte.

En su quehacer teológico supo hacer una adecuada síntesis entre su formación sistemática y la experiencia vital junto a las comunidades cristianas populares. Surgió de allí su valioso aporte a la Iglesia chilena y latinoamericana, constituyéndose en uno de los más notables teólogos de la liberación. Sus libros y escritos quedarán como testimonio de su búsqueda y de su esperanza.

Murió lleno de fe y esperanza. Poco antes de morir dijo: “Creer en la vida y en la plenitud de la vida más allá de la muerte no es un lugar común. No es algo evidente, no es algo que cae de su peso. Muchos cristianos se dejan seducir por el proyecto de Jesús para humanizar la tierra, pero suspenden su opinión respecto del sentido último de la vida”.

Su amor a la Iglesia lo vivió con constante transparencia y apasionada lealtad. Valoró mucho las vivencias de las primeras comunidades creyentes en Jesús y lamentó a veces el excesivo formalismo estructural de nuestra Iglesia más institucional. Aportó con la práctica de su vida el testimonio de un ministerio sencillo, cercano de la gente, centrado en la Palabra y en la Memoria de Jesús, favoreciendo la fraternidad de todos los discípulos, en apertura total a toda la humanidad.

Intentó siempre poner radicalidad en su vida. Desde la manera de vivir y de vestirse, usando recursos pobres y sencillos, hasta ser para los demás una fuente de inteligencia y sabiduría, sin darse importancia, rehuyendo todo honor o vanagloria.

Fuente: Congregación de los Sagrados Corazones

Santiago, 16/12/2009

Evangelio del domingo 20 de diciembre

LA VISITA DE MARÍA A SU PRIMA ISABEL.

Aunque la Navidad es una fiesta que nos llama a celebrar la Noche Buena en la intimidad familiar, no por eso dejamos de visitarnos entre parientes, amigos, vecinos y conocidos. El mismo hecho de enviarnos tarjetas de saludos y buenos deseos, constituye en cierto modo una forma de visita , y en ese mismo sentido los regalos navideños si se hacen con amor, son también una forma de hacernos presente en la vida de quienes los reciben. Lo importante es tener claro que lo fundamental entre familiares y seres queridos, es la presencia personal, y por eso ni las tarjetas, ni los regalos, pueden opacar ni reemplazar dicha presencia. Al contrario, deben ponerla de relieve. Por eso, este tiempo de Adviento que culmina al celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, es un tiempo especialmente favorable para visitarnos y acogernos mutuamente, siguiendo el ejemplo de María al visitar a su prima Isabel (Lc.1,39-45).

Se trata de valorarnos por lo que somos, convencidos que la riqueza que tenemos para compartir, no se identifica con las cosas materiales que podemos comprar, sino que está relacionada con lo que llevamos en lo más profundo de nuestro ser, en nuestra mente y en nuestro corazón. Esa riqueza se identifica con Jesús, el tesoro que María Virgen llevaba en su seno al momento de visitar a su prima Isabel. Nosotros también llevamos ese mismo tesoro, pero de otra forma, en nuestros anhelos por acogernos, alegrarnos, escucharnos, dialogar y compartir la vida expresándonos todo el amor. Lo importante es que con todos los gestos con los que nos digamos feliz navidad, podamos transmitir la sorpresa, la alegría, la bendición y la fecundidad con la que Jesús, quiere dar plenitud a nuestra vida.

El texto evangélico de este cuarto Domingo de Adviento nos dice que Isabel se llenó del Espíritu Santo y sorprendida por la visita de la Virgen María la acogió diciéndole “Dichosa por haber creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor”. La plenitud de vida que nos trae el nacimiento del niño Dios , tiene que ver con la presencia del Espíritu Santo que da plenitud a todo lo bueno que Dios ha puesto en nosotros, particularmente nuestra capacidad de confianza y fe unida a nuestra capacidad de amar.

Que esta navidad al saludarnos y visitarnos, podamos compartir el regalo de la presencia del Espíritu de Dios y la fe en cada uno de nosotros, para vivir con serenidad todos los momentos y situaciones de nuestra vida, con la certeza de que todas las promesas de Dios se cumplen.

Fr. Migue

viernes, 11 de diciembre de 2009

Nuestro evangelio del domingo 13/12/2009


¿QUÉ DEBEMOS HACER?.
¿Qué debemos hacer?... A menudo nos hacemos esta pregunta en medio de las diversas coyunturas de la vida. A veces nosotros mismos nos damos la respuesta, pero en circunstancias complejas, solemos pedir ayuda a alguien de confianza. ¿Qué debemos hacer?, es una pregunta asociada a la dimensión práctica e inmediata de nuestro vivir, que a veces nos deja funcionando en el superficial nivel del activismo. El evangelio de hoy (Lc.3, 10-18) nos llama a descubrir que también cabe hacerse esta pregunta en un nivel más profundo. Para Juan Bautista se trata de descubrir como actuar en el diario vivir en relación con nuestros criterios, valores y opciones.
¿Qué debemos hacer?, fue la pregunta que le hicieron al Bautista una buena cantidad de gente en su época, entre ellos algunos soldados y otros funcionarios con fama de pecadores entre los judíos, como por ejemplo los cobradores de impuestos. Para todos ellos la respuesta del bautista fue clara y sencilla, llamándoles a anunciar la Buena Nueva, no sin antes vivir la solidaridad, la justicia, y la verdad. Esto exige, más allá de saber qué hacer, tener claro previamente, desde qué valores y opciones nos movemos para hacer lo que hacemos. La conversión a la que Juan Bautista llamó en su tiempo, implicaba más que un cambio de actividad, un cambio de mentalidad para realizar el trabajo que cada uno realizaba. Por eso no les dijo a los cobradores de impuestos que dejaran de cobrar impuestos, sino que no cobraran más de lo debido; y a los soldados de su época, no les dijo que dejaran de ser soldados, sino que no abusaran de la gente, que no hicieran denuncias falsas y que se contentaran con su sueldo.
¿Y nosotros hoy día, qué debemos hacer para prepararnos a celebrar la navidad como un verdadero renacer de Cristo en medio de nosotros?. Sin duda que hoy Juan Bautista nos diría, no compres más de lo necesario, conténtate con celebrar en forma sencilla, no fuerces tu solvencia económica endeudándote más allá de lo prudente, dale importancia al hecho de compartir, prioriza el estar con tu familia y compartir con los más pobres. Y en el contexto de los comicios electorales de hoy en nuestro país, nos llamaría a elegir gobernantes justos y honestos, que cultiven la paz y la justicia, de modo que el amor, el respeto y el cuidado de la vida sean la verdadera preparación para acoger al Mesías, nuestro Salvador. Naturalmente, esto requiere un cambio de mentalidad y actitud de corazón, motivado por recibir la sencilla presencia del Señor, aquel a quien ninguno de nosotros es digno de “desatarle la correa de sus sandalias”.
Fr. Miguel Angel Ríos op.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Evangelio del Domingo 30/08/09

PREPAREN EL CAMINO AL SEÑOR.
“Preparen el camino al Señor”(Lc.3,1-6), es la exhortación de Juan Bautista a la gente de su tiempo, invitándola a acoger la venida del Mesías. Una exhortación hecha en medio de una sociedad que caminaba en sentido opuesto a la dirección que Dios quería darle a la vida de su pueblo. A nivel religioso, una visión moralizante y legalista de la fidelidad se oponía radicalmente al regalo de la Salvación. A nivel político, el pueblo de Dios, estaba sometido al poder del imperio romano que, en la persona de Herodes Agripa I, abusó de los judíos, para mantenerse en el poder. En este escenario la misión de Juan el Bautista, consistió en administrar “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”, de ahí su apodo de “Bautista”.
La misión del Bautista fue hacer que la gente de su época se diera cuenta de la necesidad de cambiar de mentalidad, para dejar de lado la idea de un Dios castigador que basaba la fidelidad a Él en el cumplimiento de normas externas para guardar apariencias. El bautismo de Juan fue importante como signo de reconciliación con un Dios que hasta ese momento aparecía como un Dios castigador; de este modo el Bautista anunció a los pecadores que la fuerza y el daño del pecado no son nunca más poderosos que el amor y la misericordia de Dios. Por eso el bautismo de Juan era también el signo externo de una opción por el amor, la verdad y la justicia. Fidelidad en el amor, misericordia, perdón y opción por la verdad y la justicia, son las actitudes que permite a Dios ser “Dios con nosotros”.
Permitir a Dios ser “Dios con nosotros” es el sentido último del tiempo de Adviento. Por eso la exhortación de Juan Bautista a preparar el camino del Señor, es también válida para nosotros, en este tiempo en que nuestra fe, esperanza y amor, las vivimos en medio de situaciones adversas al reinado de Dios por causa de mentalidades extremas en el terreno moral, ya sea por una estrecha visión legalista, o por una laxa mentalidad amoral. Como Iglesia, no siempre somos signo testimonial del amor y del perdón de Dios que acoge a los pecadores. En el terreno de la política y en el contexto de la campaña electoral de cara a las próximas elecciones presidenciales, no siempre es evidente que la prioridad de los partidos políticos y de los candidatos sea una vocación de servicio público a la nación. Estos son los “desiertos” personales y sociales desde los cuales el precursor del Señor nos llama hoy a convertirnos.
Así como el bautismo de Juan fue, en su época, el signo exterior con el que la gente expresó su deseo de recibir a Jesús Mesías, busquemos hoy nosotros, esos gestos concretos y actitudes, que nos permitan manifestar en nuestro entorno, nuestra decisión de vivir en el amor, la verdad, la justicia y la misericordia, para ir preparando el camino que nos permita recibir al Señor.
Fr. Miguel Angel Ríos. op.


jueves, 26 de noviembre de 2009

Evangelio del domingo 29/11/2009

A propósito de la película 2012, se han desarrollado varios comentarios acerca del fin del mundo. Esto ya nos hace recordar lo acontecido por ciertas fechas anteriores: año 1000, año 2000. El milenarismo concebía precisamente que el fin del mundo acontecería en el año 1000. Esto suscitó en los oyentes cierta inquietud y preocupación.
Para nosotros los cristianos, hombres de fe y de esperanza lo importante es sabernos situar frente a estos acontecimientos que sólo infunden confusión y cierto temor. La pregunta fundamental es situarnos ante la predica de Jesús: ¿Qué intención tienen estas palabras? ¿Qué nos transmite este mensaje cargado de simbolismos?
Desde esta perspectiva les invito a escuchar lo que significa y nos interpela la venida del" Hijo del Hombre"

EL DÍA DE LA LIBERACIÓN.
El texto del evangelio de este Domingo (Lc. 21,25-28. 34-36), nos presenta a Jesús anunciando el día de la liberación. Jesús hace referencia al futuro último de la historia humana y lo describe como un momento en el que el templo de Jerusalén será destruido y se alterará el orden cósmico universal. Lo central del mensaje está contenido en las palabras de Jesús anunciando la inminencia del “día de la liberación”. Por eso el Señor exhorta a estar alerta, en oración, para no endurecer el corazón, ni dejarse llevar por los vicios e idolatrías de este mundo.
En el contexto de la preparación a la celebración de la Navidad que hoy iniciamos, este mensaje nos invita a vivir el Adviento como un tiempo de esperanza en la vida, como manifestación del amor de Dios. Por lo mismo, este pasaje evangélico, nos invita a no dejarnos llevar por la tentación de interpretar en clave de desastre o situación terminal, las distintas situaciones de crisis que a cada uno de nosotros nos toca vivir. Es precisamente en esas situaciones esclavizantes de mediocridad, violencia, corrupción e injusticia, que la presencia de Jesús adquiere un sentido liberador. Por eso, el día de la liberación anunciado por el Señor no necesariamente ha de ser el día del “juicio final” o el día en que nos muramos. Jesús está con nosotros cada día, para liberarnos de todas aquellas conductas, ansiedades, angustias, afanes de poder y mediocridades que esclavizan nuestro corazón y violentan nuestra convivencia humana.
La exhortación del Señor a no dejarnos aturdir por los vicios y las preocupaciones de la vida, nos recuerda, que su acción liberadora, exige por parte nuestra una disposición activa a la conversión, para percibir en medio de las dificultades humanas, los signos de su presencia, bendiciendo y dando plenitud a todo lo bueno que realizamos en la vida.
Fr. Miguel Angel Ríos op.

domingo, 15 de noviembre de 2009

CONVICCIONES CRISTIANAS

el abrazo

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33 Tiempo ordinario (B) Marcos 13, 24-32

JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 11/11/09.- Poco a poco iban muriendo los discípulos que habían conocido a Jesús. Los que quedaban, creían en él sin haberlo visto. Celebraban su presencia invisible en las eucaristías, pero ¿cuándo verían su rostro lleno de vida? ¿cuándo se cumpliría su deseo de encontrarse con él para siempre?

Seguían recordando con amor y con fe las palabras de Jesús. Eran su alimento en aquellos tiempos difíciles de persecución. Pero, ¿cuándo podrían comprobar la verdad que encerraban? ¿No se irían olvidando poco a poco? Pasaban los años y no llegaba el Día Final tan esperado, ¿qué podían pensar?

El discurso apocalíptico que encontramos en Marcos quiere ofrecer algunas convicciones que han de alimentar su esperanza. No lo hemos de entender en sentido literal, sino tratando de descubrir la fe contenida en esas imágenes y símbolos que hoy nos resultan tan extraños.

Primera convicción. La historia apasionante de la Humanidad llegará un día a su fin. El «sol» que señala la sucesión de los años se apagará. La «luna» que marca el ritmo de los meses ya no brillará. No habrá días y noches, no habrá tiempo. Además, «las estrellas caerán del cielo», la distancia entre el cielo y la tierra se borrará, ya no habrá espacio. Esta vida no es para siempre. Un día llegará la Vida definitiva, sin espacio ni tiempo. Viviremos en el Misterio de Dios.

Segunda convicción. Jesús volverá y sus seguidores podrán ver por fin su rostro deseado: «verán venir al Hijo del Hombre». El sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se quedará sin luz. Será Jesús quien lo iluminará para siempre poniendo verdad, justicia y paz en la historia humana tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras.

Tercera convicción. Jesús traerá consigo la salvación de Dios. Llega con el poder grande y salvador del Padre. No se presenta con aspecto amenazador. El evangelista evita hablar aquí de juicios y condenas. Jesús viene a «reunir a sus elegidos», los que esperan con fe su salvación.

Cuarta convicción. Las palabras de Jesús «no pasarán». No perderán su fuerza salvadora. Han de de seguir alimentando la esperanza de sus seguidores y el aliento de los pobres. No caminamos hacia la nada y el vacío. Nos espera el abrazo con Dios. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Dar de lo que sobra o dar de corazón

32 Tiempo ordinario (B) Marcos 12, 38-44
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 04/11/09.- El contraste entre las dos escenas es total. En la primera, Jesús pone a la gente en guardia frente a los escribas del templo. Su religión es falsa: la utilizan para buscar su propia gloria y explotar a los más débiles. No hay que admirarlos ni seguir su ejemplo. En la segunda, Jesús observa el gesto de una pobre viuda y llama a sus discípulos. De esta mujer pueden aprender algo que nunca les enseñarán los escribas: una fe total en Dios y una generosidad sin límites.

La crítica de Jesús a los escribas es dura. En vez de orientar al pueblo hacia Dios buscando su gloria, atraen la atención de la gente hacia sí mismos buscando su propio honor. Les gusta «pasearse con amplios ropajes» buscando saludos y reverencias de la gente. En la liturgia de las sinagogas y en los banquetes buscan «los asientos de honor» y «los primeros puestos ».

Pero hay algo que, sin duda, le duele a Jesús más que este comportamiento fatuo y pueril de ser contemplados, saludados y reverenciados. Mientras aparentan una piedad profunda en sus «largos rezos » en público, se aprovechan de su prestigio religioso para vivir a costa de las viudas, los seres más débiles e indefensos de Israel según la tradición bíblica.

Precisamente, una de estas viudas va a poner en evidencia la religión corrupta de estos dirigentes religiosos. Su gesto ha pasado desapercibido a todos, pero no a Jesús. La pobre mujer solo ha echado en el arca de las ofrendas dos pequeñas monedas, pero Jesús llama enseguida a sus discípulos pues difícilmente encontrarán en el ambiente del templo un corazón más religioso y más solidario con los necesitados.

Esta viuda no anda buscando honores ni prestigio alguno; actúa de manera callada y humilde. No piensa en explotar a nadie; al contrario, da todo lo que tiene porque otros lo pueden necesitar. Según Jesús, ha dado más que nadie, pues no da lo que le sobra, sino «todo lo que tiene para vivir».

No nos equivoquemos. Estas personas sencillas, pero de corazón grande y generoso, que saben amar sin reservas, son lo mejor que tenemos en la Iglesia. Ellas son las que hacen el mundo más humano, las que creen de verdad en Dios, las que mantienen vivo el Espíritu de Jesús en medio de otras actitudes religiosas falsas e interesadas. De estas personas hemos de aprender a seguir a Jesús. Son las que más se le parecen. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

sábado, 31 de octubre de 2009

Evangelio del domingo 1 de Noviembre.

Este domingo la lectura de las Bienaventuranzas nos interpela, sobre lo más importante en nuestras vidas.

LA ALEGRÍA, CAMINO DE SANTIDAD.
El evangelio de este Domingo (Mt.4,25-5,12), nos presenta a Jesús predicando ante la multitud el conocido discurso de las bienaventuranzas. Es el proyecto de vida que Jesús ofrece a los que quieren seguirle. Es un proyecto de felicidad. Pero no se trata de la felicidad que nos ofrecen la publicidad, el consumismo o los éxitos económicos, sino la felicidad que nace en las personas cuando al compartir lo que son y lo que tienen entregan su vida. La felicidad que Jesús nos invita a descubrir es la felicidad de saber asumir la vida con todo lo que ella tiene. Con sus alegrías y sus sufrimientos. Hay alegrías aparentes que nos enajenan, como el alcohol, la droga, el edonismo, etc. No son estas las alegrías que nos ofrece Jesús. Hay sufrimientos que nos destrozan cuando padecemos injusticias, abusos, calumnias, mentiras, murmuraciones, etc. Este tipo de sufrimientos que destruye la vida tampoco es querido por Dios. Por eso nos llama a dejar de lado las actitudes que lo producen.
Cuando Jesús nos dice felices los pobre, los que lloran, los que sufren injusticias, se refiere no solo a los sufrimientos de quienes padecen pobreza, opresión y exclusión, sino también a los sufrimientos de aquellos que sufren por defender la justicia, por defender la verdad, por vivir el amor. Los sufrimientos que Jesús nos invita a asumir son los sufrimientos que redimen. Cuesta ser justo, cuesta vivir en la verdad y en el amor; se sufre un poco y a veces mucho hasta lograrlo, pero a pesar de esa dificultad quien luche por orientar su vida con estos valores siempre descubrirá profundas razones para ser feliz. Por eso Jesús no sólo anuncia felicidad a los que están sufriendo sino también a los de corazón puro, a los que trabajan por la paz, a los que son misericordiosos. En este mundo en donde vivimos intensamente alegrías y sufrimientos y donde pasamos bruscamente de un estado anímico a otro, Jesús nos invita a preguntarnos ¿Cuáles son los sufrimientos y falsas alegrías que tengo que erradicar de mi vida? Y ¿Cuáles son los sufrimientos y alegrías que tengo que asumir y cultivar en mi vida para crecer en mi capacidad de amar?.
En el contexto de la celebración del día de Todos los Santos, Jesús nos presenta las Bienaventuranzas, como un camino de felicidad y santidad para nuestra vida, en el sentido de un estilo de vida que refleja en quien lo vive su condición de pertenencia a Dios, y desde el punto de vista moral, su fidelidad al ejemplo de vida del Señor.
Fr. Miguel Angel Ríos

lunes, 26 de octubre de 2009

Evangelio del domingo 25 de octubre 2009 :El ciego de nacimiento

El relato bíblico de Marcos nos dice lo siguiente: "...Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camio. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: "!Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!... Jesús dirigiéndose a él, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le respondió: Rabbuní, !que vea!. Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado"


¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?.
Unos más, otros menos, en líneas generales, la mayoría de las personas nos damos cuenta que más allá de la crisis global a nivel de instituciones y de los sistemas políticos y económicos, vivimos en un nivel más profundo una crisis respecto al sentido de nuestra vida. ¿A dónde vamos? ¿Qué buscamos?. Nos damos cuenta que este estilo de vida actual en lugar de favorecernos, nos deshumaniza; pero no vemos forma de desmontarlo. Estamos como ciegos. Se podría decir que asistimos a una nueva versión del episodio del evangelio de hoy (Mc.10,46-52), que nos presenta un ciego de nacimiento, pidiendo a gritos a Jesús que lo sane, a pesar de que la gente de su entorno lo hace callar, es decir, lo margina, para que no moleste ni realice acciones ridículas. En este ciego podemos vernos reflejados todos, no solo por la imposibilidad de percibir nuestra realidad en profundidad, sino también por la situación de exclusión en la que podemos estar, o la actitud excluyente que podemos tener, al marginar a alguien, por causa de nuestras cegueras. El ciego llamó a gritos a Jesús para que lo sanara. ¿A quién llamamos nosotros para ser sanados?. ¿Somos concientes de que estamos a ciegas?. Cuando Jesús escuchó el clamor del enfermo, se acercó y le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti?, es decir, no lo excluyó, sino que lo reintegró a la vida en relaciones sociales y humanas. El ciego sabiamente le respondió: “Maestro, que yo vea”. Este hombre, enfermo, no pidió dinero, ni poder. Pidió sencillamente poder ver. Pidió lo esencial para su vida en ese momento.
Ver nos permite ser testigos de la realidad en la que vivimos, tomar conciencia de ella y asumir un compromiso de participación social. Ver, significa tomar conciencia de quienes somos, cuál es nuestra identidad y qué es lo que queremos realizar como opción de vida. Desde el punto de vista de la fe, ver, significa encontrarse cara a cara con el Señor y tener una experiencia de su acción en nuestra vida, así como la experiencia del ciego al verse sanado.
¿Qué quieres que haga por ti?, es la pregunta que hoy nos hace el Señor a todos y a cada uno en particular. ¿Qué le responderemos?. De nosotros depende el saber aprovechar este momento para pedirle lo que realmente necesitamos, de modo que podamos caminar hacia una vida más humana, más solidaria, sin excluidos de ningún tipo, en donde asumamos con sinceridad lo que somos cada uno de nosotros.
Fr. Miguel Angel Ríos op.

jueves, 8 de octubre de 2009

Evangelio del domingo 11 de octubre

Estimados amigos y amigas: ¿Qué importancia tiene la invitación de Jesús a un joven que lo tenía todo...? "Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres..." ¿Qué respnderíamos nosotros en su lugar?.


El evangelio de este Domingo, nos presenta un hombre preocupado por conseguir la vida eterna. A la luz del relato (Mc.10,17-30) podemos ver que se trata de una persona rica en bienes materiales y con una conciencia de fidelidad a Dios, unida al cumplimiento de la ley. Cuando Jesús se da cuenta que este joven cumple fielmente todos los mandatos prescritos, entonces le propone algo nuevo, vender todo lo que tenga, darlo a los pobres y seguirlo a él; pero no fue capaz de dar este paso por el apego a sus bienes y se fue triste. Este hombre del evangelio, preocupado por conseguir la vida eterna y a la vez apegado de corazón con un criterio de fidelidad basado en el cumplimiento de normas legales y apegado de corazón a sus bienes materiales, es como un espejo en el cual podemos vernos reflejados muchos de nosotros hoy día, sumidos en una sociedad de consumo, que busca asegurar la vida terrena en forma individualista a todo precio y se angustia y entristece ante la incertidumbre de la muerte y lo que está más allá de ella.
Jesús nos invita a descubrir la alegría de vivir, de amar y de confiar en Él y en todas las personas compartiendo lo nuestro con los pobres y necesitados. La fidelidad al amor y la felicidad de la vida se juegan en la actitud de solidaridad con que vivamos. El tesoro en el cielo que promete Dios a quienes comparten lo que tienen, es el tesoro que se amasa trabajando día a día por hacer esta vida cada vez más plena.
Fr. Miguel Angel Ríos op.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Evangelio del Domingo 27/09/2009

Estimados amigos y amigas: nos aproximamos a un relato que nos da para pensar... el lugar de la cruz. Esto nos lleva a reflexionar ¿quién no ha sufrido alguna vez? ¿por qué el sufrimiento?. Les invito a releer esta lectura del evangelio para meditar-orar desde sus palabras aquello que la inspira en su mensaje.

DESDE LA CRUZ.
El dolor en todas sus formas, un problema, un fracaso, la muerte de un ser querido, dejan al descubierto nuestras fragilidades. Pero también nos permiten dar lo mejor de nosotros a quien sufre. El sufrimiento asumido desde la solidaridad, siempre es una experiencia de crecimiento por más grave que sea la situación. Cuando somos solidarios no solo por razones humanas, sino también por una convicción de fe en la vida como un regalo de Dios, entonces crecemos en calidad de vida espiritual con un sentido que nos hace trascender hacia una vida y un amor aun más pleno. Esto es lo que nos deja como ejemplo Jesús crucificado y el grupo de personas que lo acompañaron en el calvario (Jn.19,25-27). Según el relato, Jesús al ver desde la cruz entre la gente a su madre y al discípulo Juan, dijo a su madre: “mujer, ahí tienes a tu hijo”, y luego dijo a Juan: “He aquí tu madre”. El relato concluye diciendo que desde ese momento el discípulo acogió en su casa a María la madre de Jesús. La hora de la muerte en la cruz, es la hora en que el Señor entrega su vida por amor, en favor de la vida de todos los seres humanos. Es también el momento en que la Virgen María y Juan el discípulo viven la prueba más difícil de amor y fidelidad a Dios. Unidos se sobreponen a ese momento. No siempre sucede así con nosotros. El individualismo, y el cuestionamiento de nuestros principios más profundos, a veces nos vencen en momentos de dolor extremo.
En el día de la oración por Chile, el ejemplo de María Virgen, el discípulo Juan y Jesús en la Cruz, nos interpela a revisar la actitud con que enfrentamos nuestros propios sufrimientos, y nos llama a dejar de lado nuestro individualismo y egoísmo, para dar paso a la construcción de una vida personal, familiar y social, en donde los sufrimientos personales no nos hagan olvidar los sufrimientos de los demás. Toda situación crítica marca el momento apropiado para aprender a acogernos mutuamente y compartir lo necesario para vivir. La vida humana prospera cuando desde nuestras crisis aprendemos a buscar el bienestar común en todas las instancias de convivencia que la sociedad nos da: Nuestras familias, nuestros amigos, nuestra comunidad, nuestra nación.

Fr. Miguel Angel Ríos op.





sábado, 12 de septiembre de 2009

Evangelio del Domingo 13 de septiembre

Estimados amigos y amigas: hoy estamos invitados a responder la preguntar que nos plantea el mismo Jesús: ¿Quién dice la gente que soy yo?de Mc 8,27-35.

Un día Jesús preguntó a sus discípulos:“¿Quién dice la gente que soy yo?”. Hubo variedad de respuestas. “¿Y ustedes quién dicen que soy?”, les preguntó enseguida. Pedro le dijo: “Tú eres el Cristo”, es decir, el Salvador. Pero Pedro, no tenía claro que el camino de salvación de Jesús pasaba ineludiblemente por el camino del dolor y la muerte; y por esa razón reprendió al Señor cuando este no solo habló de resucitar sino de sufrir mucho y ser condenado a muerte por los poderosos de este mundo (Mc.8,27-35). Este episodio, muestra que la masa de gente y el grupo de los discípulos conocían a Jesús sólo superficialmente. El Señor, no quiso dejar a Pedro en esa confusión y lo reprendió duramente: “Detrás de mi, Satanás, tú no piensas como Dios, sino como los hombres”. Es decir, “ponte en situación de seguirme como discípulo, o si no, quedarás en una condición de oposición al Reino de Dios”. Después de la retada, una enseñanza clara: Mantenerse unidos a Él; renunciar a la esclavitud de los intereses personales; asumir con valentía el rechazo de la sociedad a los valores del Reino de Dios.

Hoy día “¿Quién dice la gente que soy yo?”, significa preguntar ¿Qué dicen de Jesús los científicos que buscan dominar todos los secretos de la vida y transformar el mundo?; ¿Qué dicen de Jesús los economistas que miden el progreso en la producción de dinero?; ¿Qué dicen de Jesús los pragmáticos, que miran en menos las consideraciones éticas, ¿Qué dicen de Jesús los periodistas que manipulan información falseando la verdad?. ¿Qué dicen de Jesús los religiosos que han hecho de su vocación solo una rutina profesional o una institución burocrática?. ¿Qué dicen de Jesús lo políticos que usan una ideología para satisfacer intereses personales y ambiciones de poder?. Desde estos grupos de gente, Jesús nos hace esta pregunta medular, en forma personal:“¿Y ustedes quién dicen que soy yo?”. Respondiéndola, podemos hacer un diagnóstico de nuestra sociedad desorientada en busca de un sentido de vida más pleno, y podemos descubrir el sentido de nuestra misión como creyentes en el mundo de hoy.

Fr. Miguel Angel Ríos op.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Evangelio del Domingo

Estimados amigos y amigas: comparto la Buena Noticia de este domingo 06.09.2009. El evangelio de Mc 7,31-37. Es un texto intenso, lleno de fuerza, proclamado por Jesús a partir de una palabra: “¡ÁBRETE!”

En medio de muchos aspectos buenos, nuestra cultura también tiene sus defectos. Uno de ellos es la incomunicación. Es una de las enfermedades de nuestra sociedad actual, que ataca el alma, impidiéndonos la comunicación con nosotros mismos y con las demás personas.

Estamos en una situación parecida a la del sordo mudo del evangelio de hoy (Mc.7,31-37). Este enfermo estaba sumido en un silencio que le impedía oír y hablar. El aislamiento en el que se encontraba había deteriorado la calidad de su vida. En estas condiciones fue llevado ante Jesús. El Señor introdujo sus dedos en sus oídos, tocó con saliva su lengua, y mirando al cielo pronunció la palabra “effetá”, es decir “ábrete”. Esta palabra de Jesús, rompió el silencio que envolvía a este hombre, rehaciendo y cambiando su vida para siempre. Marcado por este hecho, el hombre no pudo callar la noticia y la comunicó a todos. Se transformó en un comunicador de la plenitud de vida que recibió de Jesús.

“¡Ábrete!”, es la palabra que el Señor nos dirige, para romper la incomunicación que nos aqueja en nuestra vida actual. ¿A qué estoy siendo sordo hoy?,¿En qué momentos me bloqueo sin poder decir, o sin querer decir lo que siento, lo que pienso y lo que quiero?. “Effetá” para nosotros se traduce en un ábrete al diálogo, al perdón, a la tolerancia, a la verdad y al amor, para dar un vuelco definitivo a las enemistades, prejuicios y rechazos. Se trata de abrirnos al diálogo y a la comunicación, con nuestros seres queridos, en nuestra comunidad, con los colegas de trabajo, con los vecinos del barrio. En el fondo se trata de un “ábrete” a recibir y comunicar vida, amor y paz, para hacer más humano nuestro convivir social.

Nada más actual y esperanzador, en medio de un modo de existir sordo y mudo a lo esencial que es la comunicación, entendida como la capacidad de expresar, percibir, acoger y sentir el querer más profundo de nuestra vida; aquel que le da sentido a nuestro ser, aquel que nos acerca al misterio de nuestra identidad, aquel que nos da sentido de pertenencia y nos impulsa hacia delante, optando por proyectar nuestra vida con los valores del amor y el diálogo, la comunión y la participación; y la apertura generosa, para acoger a todo aquel que practicando en su vida estos valores, alcanza la comunicación con Jesucristo el Señor.

Fr. Miguel Angel Ríos Op.

lunes, 31 de agosto de 2009

Estimados amigos y amigas: este último domingo del mes de agosto la Iglesia Chilena nos ha invitado al : "día de oración por los pueblos originarios".
Les dejo un interesante material de lectura y reflexión.

¿Qué sentido tiene este "día de oración por los pueblos originarios" ?
Es una llamada de la Iglesia a orar por los pueblos indígenas, es decir la Iglesia convoca a sus propios fieles a la oración por una intención que le parece de importancia. Este no es propiamente un día de oración de los pueblos indígenas mismos, ya que ni mapuches ni aymaras ni rapa-nuis suelen orar especialmente en esta fecha. Por eso no decimos “Día de Oración CON los pueblos indígenas”, sino POR ellos. Con esto reconoce la Iglesia que la situación de los pueblos originarios en Chile enfrenta problemas de no fácil ni rápida solución ante los cuales el ingenio y la buena voluntad humanos se sienten limitados e insuficientes. Necesitamos la fuerza de la mano de Dios y la luz que viene de El.
¿A qué apunta esta oración? Al hablar de los pueblos originarios en cierto modo estamos hablando también de la otra parte de la población chilena, aquellos que no son originarios, es decir que descienden de quienes vinieron de fuera, mayoritariamente de Europa porque las dificultades que hoy enfrentamos han resultado en buena parte de no haber armonizado con verdadero espíritu cristiano la convivencia entre unos y otros. Ya desde los comienzos las relaciones estuvieron marcadas por la violencia de la Conquista aunque también es verdad que desde los comienzos los lazos humanos, promovidos e iluminados por la fraternidad que proviene de la Fe cristiana acercaron a las personas. Nuestros obispos pidieron públicamente perdón, con ocasión del Jubileo del año 2000, por haber callado y no haber prestado atención a los múltiples atropellos y abusos que se cometieron cuando Chile tomó posesión del territorio mapuche en 1883. No se trató solamente de un despojo material. Los pueblos originarios han tenido que sufrir además un trato poco respetuoso frente a sus costumbres y religión, su forma de vivir, etc; todo ello proveniente en buena parte del desconocimiento de su cultura y valores, desconocimiento que hasta el día de hoy permanece en el Chile no-indígena.
Los que constituimos el Chile del siglo XXI no estamos llamados tanto a enjuiciar a las generaciones anteriores sino más bien a mirar con valor y objetividad los desafíos que se nos presentan a nosotros hoy, en 2007, para construir un Chile unido dentro de su diversidad y una Iglesia capaz de valorar los dones del Espíritu Santo en pueblos muy variados. ¿Dónde están principalmente los problemas? Tanto la Iglesia Católica como el Gobierno de Chile han hecho en este último tiempo un esfuerzo grande por examinar a fondo la situación y dar una visión de conjunto que permita avanzar hacia soluciones duraderas. El documento de los obispos del Sur “Al servicio de un nuevo trato con el Pueblo Mapuche” y el “Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato de los Pueblos Indígenas” del grupo especial de investigación constituido por el Gobierno son un gran aporte en ese sentido. Hay problemas que son más inmediatos, vinculados a la pobreza, deficiencias en la educación, salud, poca calificación laboral, carencia de tierras, reconocimiento de su condición de Pueblo con identidad propia etc., y otros de orden más espiritual como es la falta de respeto y valoración hacia el ser indígena en general y la discriminación consiguiente. Todos los problemas se dan dentro del marco de un gran desconocimiento de la realidad de los Pueblos originarios de Santiago, lo que hace que muchas veces fracasen iniciativas emprendidas quizás con muy buena voluntad y que se llegue a tachar de “delincuentes comunes” o “terroristas” a gente que reclama sus más básicos derechos.
¿Por qué se eligió el último domingo de Agosto?
La verdad es que no hay motivos litúrgicos de peso para escoger este día. Más bien se ha tomado en cuenta el hecho de que se trata de un momento que no está en peligro de coincidir con ninguna de las grandes festividades y cuando la proximidad de la primavera invita a pensamientos de resurgimiento y vida nueva.

viernes, 28 de agosto de 2009

Evangelio del Domingo 30/08/09

Queridos amigos y amigas: comparto la reflexión para este domingo 30 de agosto del evangelio de Marcos 7,1-8; 14-15; 21-23. Jesús discute e interpela a los Fariseos para no quedarse en las apariencias, en el ritualismo, lo externo...la invitación es a mirar nuestro corazón (leb en hebreo), sede de todas nuestras actividades.
¡QUE BIEN MANTIENEN LAS APARIENCIAS!.
Unos más, otros menos, todos tendemos a aparentar lo que no somos. Contribuye a esto un modo de vida que acentúa una imagen agradable y exitosa de la vida. Dentro de esta inclinación, en un afán por ser auténticos y espontáneos, a veces traicionamos fidelidades y hacemos o decimos lo que se nos ocurre, sin preguntarnos si con esa actitud estoy o no contribuyendo a un mejor vivir como persona, miembro de una familia, y miembro de la sociedad. Detrás de este afán puede esconderse una falsa sinceridad, porque en el fondo, acomodamos la verdad a lo que individualmente nos conviene.
Jesús también percibió en su tiempo, una tendencia a aparentar lo que no se es, en especial entre los fariseos. Ellos por afán de poder y prestigio moral, para dar una imagen de pureza y rectitud en relación a Dios, cumplían escrupulosamente todo los preceptos que reglamentaban el comportamiento externo del pueblo judío, pero no tomaban en cuenta las intenciones de su corazón, que en muchos casos se apartaban totalmente del amor, la justicia, y la misericordia. Identificaban fidelidad a Dios, con cumplimiento de normas. Jesús, les hizo ver que el cuidado de las apariencias externas sin atender la interioridad del corazón, lleva a vivir en una constante falsedad. Frente a la preocupación farisea por lo que es puro o impuro, Jesús les mostró que nada es bueno o malo en sí mismo, sino en relación al valor de la vida humana y al amor en los cuales reina Dios. Por eso en lugar de estar preocupados de lo que los demás hacen o no hacen, como por ejemplo lavarse las manos, Jesús les llamó a preocuparse por purificarse de las malas intenciones, mentiras, vicios y falta de sentido moral que tenían en su corazón (Mc.7,1-8. 14-15.21-27).
La expresión de Jesús “¡Qué bien mantienen las apariencias!”, resuena para nosotros hoy como una interpelación al corazón de nuestra sociedad, llamándonos a despojarnos de la hipocresía, la superficialidad y la falta de sentido ético que nos invade, generando una especie de contaminación ambiental pero a nivel de nuestra convivencia. Si en nuestro corazón se dan estas tendencias que matan la vida, es también allí mismo donde podemos encontrar la verdad de nuestra vida en la Verdad del Señor, que se nos regala en su presencia y su Palabra; todo depende hacia donde inclinemos el corazón. El Señor nos llama a inclinarlo hacia la verdad y el amor, que renuevan la vida y nos llevan por caminos de conocimiento personal e interpersonal, como seres humanos y como hijos de Dios, impregnándonos de autenticidad, sinceridad y bondad.

Fr. Miguel Angel Ríos op.

viernes, 21 de agosto de 2009

Reflexión sobre el Evangelio del domingo 23/08/09

Estimados amigos y amigas: comparto el comentario de nuestro amigo Fray Miguel Angel Ríos o.p, sobre el evangelio de Juan 6,60-69.

¿USTEDES TAMBIÉN QUIEREN IRSE?.
¿Ustedes también quieren irse?; ¿qué responderíamos hoy, si Jesús nos hiciera una pregunta como esta?; algunos tal vez dirían:“¡Sí, quiero irme!, ¡me voy!, mi corazón tiene otros horizontes, no aguanto más soledad, cansancio, escándalos, frustración”; “no aguanto más una Iglesia mediocre, burócrata, anclada en el poder clerical, donde la participación laical cuenta como cifra y su protagonismo se condiciona muchas veces a la última palabra de la jerarquía”...
Hoy, en la voz de bastantes laicos, resuena la voz del Señor, recordándonos la exigencia de saber ser como Iglesia comunitarios y misioneros. Es la misma voz del Señor que en su tiempo interpeló a quienes entre sus discípulos querían anquilosarse en los ídolos de este mundo, con la excusa de que el Señor era demasiado exigente (Jn.6,60-69); esto hizo que algunos de los seguidores del Señor se fueran. Lo mismo pasó en las primeras comunidades de la Iglesia formadas por los apóstoles, cuando en contradicción con las exigencias del amor cristiano, se daban entre ellos los defectos que puede tener cualquier grupo humano. Para muchos en esas circunstancias la solución fue irse. Partir, separarse, claudicar; es la reacción espontánea al enfrentamos a nuestra fragilidad humana. Es esa parte nuestra insegura y con afanes de grandeza, que quiere ansiosamente tenerlo todo resuelto y claro lo más pronto posible; si eso no se da, viene la frustración de expectativas y el desánimo.
Aprovechando la ocasión de los discípulos que se fueron del grupo de sus seguidores, Jesús planteó una pregunta directa a quienes se quedaron con él: “¿Ustedes también quieren irse?”. Dicho en otras palabras, ¿A qué y a quién quieren ser fieles en su vida?. Esta misma es la pregunta que Jesús nos hace hoy. Es humano perder la esperanza. Donde hay seres humanos, hay siempre motivos para escándalos, desencuentros, ambigüedades, divisiones, ambiciones, pequeñeces, y frente a eso, muchos querrán claudicar. Pero el amor según el ejemplo de Cristo, solo se fortalece si en esas circunstancias nos ayudamos en solidaridad y paciencia.
“¿A quien vamos a ir?, Tú solo tienes Palabras de vida eterna”: Estas palabras de Pedro a Jesús, respondiendo su pregunta, reflejan la convicción de que la vida adquiere sentido pleno solo en fidelidad a Jesús y a la Iglesia. El amor conduce y anima nuestra vida, renovándonos cada día en la opción por el Señor y por las personas a quienes amamos. El desafío es hacerlo en forma profética, criticando con esperanza y amor las estructuras de poder burócrata y dando pasos comunitarios concretos, con paciencia y amor, propiciando la participación de todos. Sin duda que esta realidad nos interpela a quienes formamos parte de la jerarquía de la Iglesia, para ser humildes, acogedores y animadores de las esperanzas e iniciativas laicales suscitadas por el Señor.
Fr. Miguel Angel Ríos op.

jueves, 20 de agosto de 2009

El desafío da la nueva evangelización: sacerdotes bien formados.

Estimados amigos y amigas: comparto una información que me pareció importante: dice relación a los desafíos de la nueva evangelización cuya exigencia es: sacerdotes bien formados. Asegura el Papa Benedicto XVI.
La invitación es a rezar por todos los sacerdotes.
Así lo constató este miércoles 19 de agosto durante la intervención que pronunció durante la audiencia general, celebrada en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, dedicada a recordar la figura de san Juan Eudes (1601-1680).

Benedicto XVI reconoce que la formación permanente de los sacerdotes constituye un punto decisivo para que la "nueva evangelización no se quede simplemente en un eslogan atractivo".Así lo constató este miércoles 19 de agosto durante la intervención que pronunció durante la audiencia general, celebrada en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, dedicada a recordar la figura de san Juan Eudes (1601-1680), cuya memoria litúrgica celebraba ese día la Iglesia, y la formación del clero.Este santo francés, como recordó el Papa, comprendió que para descubrir el amor del Corazón de Jesús es decisiva la formación profunda y continua de los sacerdotes, motivo por el cual fundó la congregación de Jesús y María, actualmente extendidos por Francia, Italia, América del Norte, América Latina, el Caribe y África."También hoy se experimenta la necesidad de que los sacerdotes testimonien la infinita misericordia de Dios con una vida totalmente 'conquistada' por Cristo, y aprendan esto desde los años de su formación en los seminarios", reconoció el Papa en pleno Año Sacerdotal.
En este sentido, recordó que Juan Pablo II, después del Sínodo de 1990, emanó la exhortación apostólica Pastores dabo vobis, en la que presenta la importancia de la formación de los seminaristas y sacerdotes."Es un verdadero punto de partida para una auténtica reforma de la vida y del apostolado de los sacerdotes, y es también el punto central para que la 'nueva evangelización' no se quede en un eslogan atractivo, sino que se traduzca en realidad", añadió Benedicto XVI. En este sentido, el obispo de Roma consideró que tienen un papel decisivo los años de formación que los futuros sacerdotes viven en el seminario, en los que deben "aprender a Cristo", "dejándose configurar progresivamente por Él, único Sumo Sacerdote y Buen Pastor". "El tiempo del seminario debe ser visto, por tanto, como la actualización del momento en el que el Señor Jesús, después de haber llamado a los apóstoles y antes de enviarles a predicar, les pide que se queden con Él", aseguró. El sucesor del apóstol Pedro invitó a rezar en este año "por los sacerdotes y por quienes se preparan a recibir el don extraordinario del sacerdocio ministerial". Como consejo, a los peregrinos presentes, les dejó este pensamiento de san Juan Eudes: "Entregaros a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que contiene el Corazón de su santa Madre y de todos los santos, y para perderos en este abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad".
Fuente: Zenit Santiago, 20/08/2009

MUSICA DE FONDO