sábado, 9 de enero de 2010

Evangelio domingo 10 de enero 2010.

AMADOS Y ELEGIDOS POR DIOS.

Jesús, desde el punto de vista moral, no necesitaba convertirse, pues no tenía pecado. Sin embargo, el Evangelio de hoy (Lc.3,15-16. 21-22), lo presenta haciéndose bautizar en el Jordán por su primo Juan, en respuesta a la exhortación a la conversión que hacía el Bautista. Con motivo de su bautismo, Jesús recibe el Espíritu Santo, al tiempo que se escucha una voz en el cielo diciendo: “Tú eres mi Hijo el amado. Tú eres mi elegido”. El relato detalla, que Jesús vive esta experiencia, mientras estaba en oración. Estar en oración, recibir el Espíritu Santo, y vivir la experiencia de sentirse amado y elegido por Dios. Estos tres rasgos marcaron profundamente la vida del Nazareno, como verdadero hombre y como verdadero Dios. Son tres rasgos que al irse dando van marcando la vida de cualquier creyente.

Son tres rasgos, que hoy a nosotros pueden renovarnos la vida, haciéndonos cambiar el agitado y mediocre ámbito de nuestras relaciones humanas. Son tres características, que urgen en un mundo, por un lado tan necesitado de alimento para el espíritu, y por otro lado tan alejado de los caminos para encontrar ese alimento. Un mundo tan consumista y materialista en donde pareciera que no queda lugar para nada gratuito, ni siquiera la experiencia de sentirse amado y elegido por alguien que me quiera por lo que soy y no por lo que tengo. Un mundo en donde el diálogo entre las personas y el diálogo con Dios queda relegado a un segundo plano porque es más importante trabajar y producir. Un mundo en donde no muchas personas tienen un cuidado por dar buen ejemplo de algo a alguien, porque muy pocos se comprometen de manera testimonial con sus convicciones profundas. En medio de este mundo, Jesús quiere invitarnos a seguir su ejemplo, para vivir y compartir la experiencia de sentirnos amados y elegidos por Dios, abiertos a la acción de su Espíritu, y en un constante diálogo de oración que nos permita ser y sentirnos plenamente seres humanos, plenamente personas, plenamente hijos de Dios.

Fr. Miguel Angel Ríos op.

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