viernes, 24 de julio de 2009

Evangelio del domingo 26/07/09

Estimados amigos y amigas les hago llegar el Evangelio comentado de este domingo 26/07/09 por nuestro amigo Fray Miguel Angel Ríos. En esta oportunidad reflexionaremos en torno a un hermoso pasaje:

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES.
En el contexto del capítulo 6 del evangelio de Juan, el pasaje evangélico de hoy (Jn.6,1-15)nos presenta el episodio de la multiplicación de los panes, mostrándonos en forma concreta, un ejemplo de lo que Pedro dice al reconocer a Jesús como aquel que tiene Palabras de vida eterna y como “el Consagrado de Dios”(Jn.vv.68-69). En efecto, la multiplicación de los panes, nos invita a descubrir a Jesús como alguien que es mucho más que un simple realizador de acciones en el ámbito material, por más que estas acciones sean espectaculares y solucionen problemas prácticos en forma rápida.
La tendencia de la gente a quedarse sólo en lo superficial y espectacular, está representada por la actitud de querer aclamar a Jesús como rey, al verlo multiplicar los panes, desvirtuando así el acontecimiento, hasta convertirlo en un hecho de carácter únicamente político. Jesús rechaza esto, y se retira solo al monte, en búsqueda de un momento de intimidad con Dios Padre.
Para Jesús, la acción de multiplicar los panes, es un gesto de carácter profético, porque, en ese momento, al proporcionar a la gente los bienes materiales necesarios para alimentarse, los trata dignamente y les hace descubrir que él también provee los bienes espirituales que alimentan la vida integralmente; los bienes que dan la Salvación a todos los seres humanos. El evangelista Juan recalca así, no la compasión de Jesús, acentuada por los evangelios de Marcos y Mateo, sino el hecho de que Jesús es el Señor de la vida, aquel que da la vida; el Salvador de todo el género humano.
La mención a la cercanía de la fiesta de la Pascua judía y la descripción del momento en que Jesús parte el pan, da gracias y lo reparte a los que estaban sentados, nos lleva a recordar momentos fundamentales de la celebración de la Eucaristía, recalcando el hecho de que es Jesús el que sirve, el que se entrega y alimenta nuestra vida con su vida y su presencia entre nosotros. Él es el pan de vida(vv.26-65).
Igual como la gente en su época, buscó a Jesús para solucionar sus problemas de forma rápida y práctica, hoy también a nosotros en ocasiones, nos acecha la misma tentación. El evangelio de hoy quiere orientarnos a descubrir a Jesús, como alguien que es más que un simple realizador de milagros. Jesús es nuestro Salvador. Es quien alimenta el sentido de nuestra vida. Es el Señor de la vida, es el camino para que nosotros unidos a Él, lleguemos a esa comunión íntima con Dios, sin enajenarnos de nuestro diario vivir, en donde estamos llamados a seguir su ejemplo como servidores.
El episodio de la multiplicación de los panes con todos sus detalles, nos remite a la celebración de la Eucaristía, para decirnos que la misa dominical y la de cada día, ha ser el símbolo de la dimensión festiva y servicial de nuestra vida, que se realiza cuando diariamente somos hombres y mujeres de fe, solidarios, servidores, desprendidos, capaces de compartir, reconociendo en medio del mundo los signos de la presencia del Señor, que nos enseña y nos regala sus dones, porque es Él quien primero nos alimenta y nos sirve a todos como hermanos.
Fr. Miguel Angel Ríos op.






domingo, 19 de julio de 2009

En clave de humanidad...

Estimados amigos y amigas les hago llegar una interesante reflexión en torno a la nueva encíclica del Papa Benedicto XVI y el lugar que ocupamos en ella hombres y mujeres, "en clave de humanidad".

El pasado 7 de julio fue dada a conocer la muy esperada encíclica social de Benedicto XVI, publicada cuarenta y dos años después de la Populorum Progressio(1967) y dieciocho después de la última encíclica social de Juan Pablo II, Centessimus Annus (1991). La Caritas in Veritate lleva fecha del 29 de junio de 2009. Era, pues, hora de un nuevo pronunciamiento del Magisterio en temas sociales y más aún en medio de la situación de incertidumbre generada por la actual crisis económica.

Leyendo la encíclica desde nuestra "Sección Mujer" varias reflexiones vienen a la mente. No encontramos parágrafos ni ideas referidas directamente a la mujer; la palabra mujer (mujeres) aparece seis veces en una encíclica de 31.278 palabras. De estas seis veces, cinco aparece haciendo parte de la frase "hombre y mujer", "hombres y mujeres". La palabra femenino no aparece, ni tampoco la palabra feminista. Sin embargo, en contraste, el término familia aparece 32 veces, una de ellas como título del quinto capítulo: "La colaboración de la familia humana". ¿Qué puede decirnos esta simple constatación numérica?

La Caritas in Veritate es una encíclica riquísima. Sus propuestas sociales se basan en una profunda visión antropológica que es patrimonio de la Iglesia, experta en humanidad. No teme proponer al mundo de la economía y la política ciertas "verdades de humanidad" que el Santo Padre ve necesarias para construir una sociedad más justa, en la caridad; una sociedad más "a la medida del hombre, de su dignidad y vocación" (Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas in Veritate, 9) y no duda en afirmar que éste y no otro es el camino para un verdadero desarrollo.

No cabe duda de que esta visión "a la medida del hombre" es una visión que encontrará eco en las mentes y los corazones de las mujeres, por esa conciencia particular de que "Dios le confía de un modo especial el hombre" (Juan Pablo II, Carta apostólica Mulieris Dignitatem sobre la dignidad y la vocación de la mujer con ocasión del año mariano, 30). La llamada del Santo Padre es la llamada a entender nuestro compromiso y acción social en "clave de humanidad". Es una llamada que resuena fuerte en las mujeres, que conocemos nuestra particular vocación a crear un espíritu de familia allí donde nos encontremos.

Leyendo la encíclica parecería estar escuchando ecos de las palabras que el Santo Padre dirigió en su encuentro con los movimientos católicos para la promoción de la mujer en Luanda, en marzo. Allí dijo: "En un mundo como el actual, dominado por la técnica, se siente la exigencia de esta complementariedad de la mujer, para que el ser humano pueda vivir sin deshumanizarse del todo". El modelo de desarrollo que la encíclica plantea, centrado en el ser humano y construido para él, parece hacer sentir más fuerte aún la exigencia de una colaboración de hombres y mujeres en relación de complementariedad.

En otro aparte de este mismo discurso africano, el Santo Padre dijo "las mujeres, sobre la base de su igual dignidad con los hombres, "tienen pleno derecho a insertarse activamente en todos los ámbitos públicos y su derecho debe ser afirmado y protegido incluso por medio de instrumentos legales donde se considere necesario [...]» pero a la vez «la presencia materna dentro de la familia es tan importante para la estabilidad y el desarrollo de esta célula fundamental de la sociedad, que debería ser reconocida, alabada y apoyada de todos los modos posibles" (Benedicto XVI, Discurso en el encuentro con los movimientos católicos para la promoción de la mujer, Luanda, 22 de marzo de 2009). Algún comentador notaba el hecho de que, al hablar del mundo del trabajo (n.63), la Encíclica parece asumir como un hecho la presencia de la mujer en este mundo y no ofrece ninguna reflexión crítica al respecto. La presencia de la mujer parece ser aceptada como parte de la realidad del mundo contemporáneo. Y es que es verdad que las mujeres estamos ya en el mundo, participando plenamente de él, dando nuestra contribución en la sociedad. Esta nueva Encíclica es ocasión de cuestionamiento: es hora de profundizar en nuestra identidad y de preguntarnos si al estar ahí presentes estamos siendo, en todo, fieles al "genio femenino", al "carisma profético" (MD, 30, 31). de nuestra feminidad. Si estamos dando todo lo mejor de nosotras mismas. Si estamos contribuyendo, cada una en la medida de sus posibilidades, a que el mundo sea una gran familia.

La Iglesia llama a todos - hombres y mujeres - en esta hora inquietante de la historia a dar nuestra contribución particular, a trabajar por un desarrollo integral que incluya una visión trascendente de la persona, un desarrollo que suponga la libertad responsable de la persona; a crear "un ambiente de familia" atento a la persona humana; a insertar las categorías de confianza y solidaridad en el mercado para que éste cumpla mejor su función económica; a recordar que toda decisión económica tiene un peso moral; a crear un modelo de economía de mercado capaz de incluir a todos los pueblos; a abrirnos a formas de actividad económica caracterizadas por ciertos márgenes de gratuidad y comunión; a cuidar de la vida y protegerla; a ayudar a implementar una "apertura a la vida en modo moralmente responsable"; a ayudar a ver en esta apertura un "recurso social y económico". Nos llama también a testimoniar a las jóvenes generaciones la belleza del matrimonio y la familia; a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia; a ayudar a enriquecer las posibilidades de la humanidad con la mayor disponibilidad para la intercomunicación...

En uno de sus pasajes más profundos e interesantes, la Encíclica denuncia un lamentable vacío de ideas (n.53) e invita a profundizar en la categoría de la relación como clave para el futuro de la humanidad. Una humanidad que aparece mucho más interconectada que antes, pero en la que, paradójicamente, la soledad es una de las formas más hondas de pobreza que el hombre experimenta. El Santo Padre nos invita a profundizar en la comprensión de la relación entre las personas y la centralidad que tiene este tema para entender quien es el hombre y cómo debe constituirse una sociedad que vele por él y lo proteja.

La Encíclica pues llama a todos, hombres y mujeres, a re-pensar nuestra acción y compromiso en el mundo. La visión del desarrollo que nos propone, basada en una caridad informada por la verdad, tiene como centro al hombre. El llamado de esta Encíclica resuena fuerte y espera mentes y corazones dispuestos a acogerlo e implementarlo. Las mujeres nos sentiremos especialmente impulsadas a responder a este llamado desde nuestra particular vocación a la maternidad, física y espiritual, desde nuestras particulares características y sensibilidad.

Fuente: CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 18 de julio de (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito sobre la encíclica "Caritas in veritate" Ana Cristina Villa Betancourt, miembro de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, quien trabaja en la Oficina para la Mujer del Consejo Pontificio para los Laicos.

viernes, 17 de julio de 2009

Decálogo para pensar el compromiso de la Iglesia ante la crisis


José Ignacio Calleja

1. En el comienzo está la memoria de la denuncia, "no podéis servir a Dios al dinero", y el recuerdo de que cuando se comparte, "pudieron comer todos hasta quedar satisfechos".

2. Y la memoria se hace interpelación personal con la voz y la presencia de los que no hallan un modo digno de vida para ellos y sus hijos, provocándonos el "no hay derecho", esto "ofende al mismo Dios".

3. Y desde la indignación ética nos vemos reclamados al conocimiento crítico de la realidad, para comprenderla en sus relaciones materiales y morales más determinantes, "porque si un ciego guía a otro ciego…".

4. Y el conocimiento crítico de la realidad nos recuerda que aún hay un mundo más allá del nuestro, donde las pobrezas y la exclusión degeneran, más si cabe, en pecado estructural de inhumanidad que, por acción u omisión, compartimos.

5. Y el sentido crítico nos hace advertir que ninguna relación material de injusticia viene sola, sino que se subsume en el fracaso de unos valores. Introducir esta diferencia, ilumina el análisis; olvidar su relación sustantiva e inseparable, nos avoca a un idealismo moral tan estéril como manipulable.

6. Y en el diálogo de la Palabra, el análisis social y la conciencia moral, surge un compromiso efectivo de la fe de los cristianos y de la Iglesia toda, primero, como exigencia pública de justicia. Es la denuncia de las estructuras y comportamientos sociales que no pueden ser, "porque no se puede dar en caridad lo que se debe en justicia".

7. Y porque la justicia imprescindible no llega, y la correlación de fuerzas que la debería impulsar es tan desigual, y ante la urgencia de tantos y tantos casos de necesidad inaplazable en la crisis, la caridad se vuelca en ayudas particulares, y en proyectos y programas, que alivien a los más necesitados y débiles. Siempre será necesaria la caridad social; lo peculiar de nuestros días es la extensión que adquiere la injusta suplencia de la justicia por la caridad. Por eso es imprescindible el análisis crítico de la realidad, y la denuncia de la injusticia social originaria en cada supuesto de la caridad personal y, sobre todo, eclesial. Pueden darse casos de llamada a la desobediencia civil de "los pobres" ante los injustos efectos de algunas leyes o situaciones.

8. Y porque la caridad tiene su valor religioso y moral propios, la comunidad cristiana se vuelca en sus Cáritas con programas, proyectos y ayudas precisas, que palian las urgencias de los más pobres, implican a sus destinatarios como sujetos y se proponen su inclusión en la vida laboral y social.

9. Y la Comunidad se vuelca en sus Cáritas, (¡también es exigente con ellas, como obra propia y de todos que son!), desde los Presupuestos de Roma, de las Diócesis y de las comunidades cristianas particulares, desde todas las organizaciones de la Iglesia y desde los cristianos particulares, encomendando la coordinación del conjunto de las iniciativas a Cáritas, como servicio de todos a los más pobres, dentro y fuera de la comunidad. Esto no significa que no pueda haber otras iniciativas en la Iglesia o que no puedan coordinarse con el movimiento civil laico en lucha por la una sociedad más justa. Los pobres llegan al centro de la Iglesia y la reconfiguran en todas las manifestaciones de su misión y organización; éste es el sueño y la intención.

10. Y la acción caritativa, que es moral y espiritual, personal y asociada, de cada uno y de la Iglesia toda, y que es ayuda, programa y proyecto, y que es denuncia, siempre, y acción, y que es donativo y promoción de personas y contextos, es, a la vez, educación y evangelización de las conciencias; en el compartir hoy y ya, "porque si se comparte, llega y sobra". Y en la sobriedad de otro modo de vida, porque para sobrevivir todos, hay que vivir de otro modo, y para que llegue a todos, eso de lo que nos privamos, hay que ponerlo en común: "en caso de extrema necesidad, todos los bienes creados son comunes" y "lo que no es estrictamente necesario para una vida digna, no nos pertenece; es de los pobres".

[Publicado en Eclesalia]

Evangelio domingo 19/07/2009

Estimados amigos y amigas: el evangelio de este domingo de Mc 6,30-34 nos invita a subrayar las actitudes de Jesús: ..."vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas que no tienen pastor..."
Profundicemos la lectura a partir del comentario que nos hace llegar nuestro amigo biblista Fray Miguel Angel Ríos. o.p
“…SE PUSO A ENSEÑARLES MUCHAS COSAS.”
Nadie niega hoy, lo importante que es la educación a todo nivel; igualmente, todos sabemos que hay serias falencias en lo relativo a la formación de la conciencia vocacional y ética, lo cual produce personas jóvenes o adultos jóvenes, que funcionan bien en su profesión, pero sin una madurez valórica, que le de un sentido más profundo a sus vidas. Tenemos ejemplos de personas desorientadas, con interrogantes que no se satisfacen ni en la eficiencia, ni la productividad. En estas circunstancias nos hace bien escuchar a Jesús, porque igual como enseñó a la gente de su tiempo, que “andaban como ovejas sin pastor”, así también, tiene mucho que enseñarnos a nosotros, respecto al sentido de nuestra vida.
El mensaje del evangelio de hoy (Mc.6,30-34), nos dice que la Palabra del Señor reúne y lleva a un grupo desorientado y descoordinado, a organizarse como comunidad o pueblo; por eso el Señor conmovido por la compasión, lo primero que hace ante quien esté “como oveja sin pastor”, es orientarlo “enseñándole muchas cosas” mediante su Palabra.
El episodio tiene también otros detalles significativos, como el hecho que después de volver de una actividad misionera, Jesús invita a los doce discípulos a descansar, pero la gente no los deja tranquilos y al darse cuenta a dónde van, los adelantan corriendo, de modo que cuando Jesús y sus discípulos llegan, la gente ya está allí esperándolos. El alcance de esta circunstancia nos dice lo que implica ser discípulo de Jesús; en efecto, seguir a Jesús significa estar dispuesto como él, a servir y estar con la gente, prácticamente a tiempo completo, incluso cuando se necesita descansar. Es un duro desafío para nuestros compromisos de amor al servicio de Dios y de la gente, sobre todo cuando hasta los discípulos de Jesús necesitaron del descanso y de momentos en los que compartían con él y evaluaban su actividad misionera, tal como se muestra al principio del relato.
En circunstancias en que nos preparamos a la Misión Continental, este episodio nos dice que el misionero es un discípulo y apóstol, es decir, alguien llamado y enviado por el Señor; por lo tanto debe estar en profunda comunión con él, escuchar su Palabra, estar con la gente sin negarse a responder a sus necesidades, siendo la primera prioridad la del servicio de la Palabra, motivado por un amor compasivo. A través del misionero, la Palabra de Dios revelada en Jesucristo es la que orienta la vida, reuniendo y convocando a la gente y constituyéndola en familia, comunidad e Iglesia. Puestos a la escucha de la enseñanza de Jesús, todos estamos llamados a ser misioneros de su Palabra.

Fr. Miguel Angel Ríos op.

sábado, 11 de julio de 2009

Evangelio del Domingo

Estimados y estimadas amigos y amigas, este domingo 12 de julio el evangelio de Mc 6,7-13 nos invita a reflexionar sobre la misión de los doce apóstoles. Este es un aporte de Fray Miguel Angel Ríos o.p.

DOCE MISIONEROS.

El Evangelio de hoy, nos presenta a Jesús enviando a sus doce discípulos, con la misión de anunciar la fuerza transformadora del Reino, por medio de la predicación de la Palabra de Dios, y mediante acciones liberadoras en favor de las personas oprimidas por cualquier tipo de mal (Mc. 6,7-13). Para que la misión resulte, es necesario que el misionero se apoye por una parte, en el absoluto que es Dios, en relación al cual los bienes materiales y las seguridades humanas son relativas; de allí el consejo de llevar sólo los bienes materiales necesarios. Lo único absoluto es Dios y el mensaje del Reino de Dios, revelado plenamente en su Hijo Jesucristo. El otro pilar necesario para que la misión resulte, es la calidez en el contacto con la gente, a la cual el misionero tiene que anunciarle el mensaje; por eso el consejo de llegar a una casa y dejarse acoger permaneciendo allí el tiempo que sea necesario, en función de la actividad misionera.

La austeridad de los doce apóstoles enviados en misión, así como su humildad y libertad, para quedarse donde los acojan y saber partir de los lugares en los que no los reciban, forman parte de la dimensión testimonial de confianza y abandono a la providencia divina, que todo misionero debe asumir, a la luz del proyecto de vida que Jesús propone a sus discípulos en las Bienaventuranzas, a saber: que el discípulo que se compromete a anunciar el Reino trabajando por el amor, la misericordia la justicia y la paz, recibe por parte de Dios el compromiso de ser ayudado y socorrido en sus dificultades, conflictos, peligros y dolores, de modo que no sólo sea feliz por la fecundidad de su vida entregada en servicio a los demás, sino también por experimentar el apoyo y la protección de Dios, que lo ayuda y socorre incondicionalmente en toda circunstancia adversa.

Hoy día, cuando la sensibilidad y el compromiso social, están un tanto adormecidos en algunos sectores de nuestra sociedad, el ejemplo de la actividad solidaria y liberadora de Jesús y sus discípulos, es un referente válido para todos nosotros, como estilo de vida, basado en la actitud de entregar nuestra vida y compartir nuestros bienes, antes que consumir en aprovechamiento individualista la vida de las demás personas y las cosas.

El evangelio de hoy nos llama a sumarnos al equipo misionero de Jesús. Si el Señor nos envía y acogemos su llamado, todos podemos ser misioneros en nuestros trabajos, en nuestros compromisos sociales, en nuestras comunidades y en nuestras familias, a través del camino del amor solidario, en especial con quienes más sufren.

Particularmente, para quienes somos cristianos, el ejemplo de Jesús y sus discípulos, nos iluminan en momentos en el que la Iglesia se prepara a realizar la Misión Continental. Ser misionero significa confiar en la providencia Divina, creer en Cristo Resucitado y anunciarlo con palabras y con obras, como felicidad y plenitud de nuestra vida.

Fr. Miguel Angel Ríos op.

lunes, 6 de julio de 2009

Reflexión Evangelio del domingo

Estimados/as amigos/as comparto una reflexión de Fray Miguel Angel Ríos a partir de la lectura del Evangelio de este DOMINGO 05.07.2009.

“NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA”.
“A un profeta sólo lo desprecian en su tierra, en su parentela y en su familia” , es la frase pronunciada por Jesús frente a la actitud de los habitantes de su pueblo, que al reconocerlo como el hijo de José, en la sencillez del diario vivir como cualquier persona, no supieron abrirse a la novedad del Reino, presente entre ellos a través de las palabras y acciones del hijo del carpintero (Mc.6,1-6). En Nazaret, la gente se admiraba de la sabiduría de Jesús, pero no lo aceptaban por su origen familiar y popular. No podían creer que Dios se manifestara en lo humilde y en lo cotidiano. Por encima del rechazo de sus coterráneos, Jesús manifiesta una dimensión profética y una espiritualidad que se identifica con la justicia en favor de los más pobres, y en el anuncio del juicio de Dios.
Es algo parecido a lo que expresamos nosotros en el dicho popular “Nadie es profeta en su tierra”. En el caso de Jesús, no podían entender que un hijo de carpintero pudiera proyectarse más allá de lo que era su padre, en cuanto a sabiduría y profundidad de vida. El texto precisa que en este caso, el cuestionamiento sobre la persona de Jesús se transformó en un obstáculo para la fe de la multitud que lo escuchaba; sin embargo, un cuestionamiento de este tipo, hecho con un criterio abierto, es también la actitud necesaria para plantearse de manera más profunda ¿quién es Jesús? y empezar a conocerlo verdaderamente.
Jesús nos llama a reconocerlo actuando y enseñándonos en la experiencia habitual de nuestra vida diaria; pero esto requiere por parte nuestra, despojarnos de ideas preconcebidas de poder y triunfalismo en relación con la identidad de Jesucristo como Hijo de Dios y Mesías, para abrirnos a la realidad salvadora de su presencia entre nosotros, que se nos revela en los acontecimientos cotidianos y se nos da a conocer en actitudes como la sencillez, la humildad, el servicio y la solidaridad. Son estas actitudes las que nos pueden permitir crecer y desarrollar nuestra capacidad de fe, de modo que todo cuestionamiento frente a la presencia del Señor en nuestra vida, se convierta no en un obstáculo para que él actúe en nosotros, sino por el contrario, sea el estímulo para abrirnos profundamente a su acción liberadora y profética.

Fr. Miguel Angel Ríos op.

MUSICA DE FONDO