lunes, 31 de agosto de 2009

Estimados amigos y amigas: este último domingo del mes de agosto la Iglesia Chilena nos ha invitado al : "día de oración por los pueblos originarios".
Les dejo un interesante material de lectura y reflexión.

¿Qué sentido tiene este "día de oración por los pueblos originarios" ?
Es una llamada de la Iglesia a orar por los pueblos indígenas, es decir la Iglesia convoca a sus propios fieles a la oración por una intención que le parece de importancia. Este no es propiamente un día de oración de los pueblos indígenas mismos, ya que ni mapuches ni aymaras ni rapa-nuis suelen orar especialmente en esta fecha. Por eso no decimos “Día de Oración CON los pueblos indígenas”, sino POR ellos. Con esto reconoce la Iglesia que la situación de los pueblos originarios en Chile enfrenta problemas de no fácil ni rápida solución ante los cuales el ingenio y la buena voluntad humanos se sienten limitados e insuficientes. Necesitamos la fuerza de la mano de Dios y la luz que viene de El.
¿A qué apunta esta oración? Al hablar de los pueblos originarios en cierto modo estamos hablando también de la otra parte de la población chilena, aquellos que no son originarios, es decir que descienden de quienes vinieron de fuera, mayoritariamente de Europa porque las dificultades que hoy enfrentamos han resultado en buena parte de no haber armonizado con verdadero espíritu cristiano la convivencia entre unos y otros. Ya desde los comienzos las relaciones estuvieron marcadas por la violencia de la Conquista aunque también es verdad que desde los comienzos los lazos humanos, promovidos e iluminados por la fraternidad que proviene de la Fe cristiana acercaron a las personas. Nuestros obispos pidieron públicamente perdón, con ocasión del Jubileo del año 2000, por haber callado y no haber prestado atención a los múltiples atropellos y abusos que se cometieron cuando Chile tomó posesión del territorio mapuche en 1883. No se trató solamente de un despojo material. Los pueblos originarios han tenido que sufrir además un trato poco respetuoso frente a sus costumbres y religión, su forma de vivir, etc; todo ello proveniente en buena parte del desconocimiento de su cultura y valores, desconocimiento que hasta el día de hoy permanece en el Chile no-indígena.
Los que constituimos el Chile del siglo XXI no estamos llamados tanto a enjuiciar a las generaciones anteriores sino más bien a mirar con valor y objetividad los desafíos que se nos presentan a nosotros hoy, en 2007, para construir un Chile unido dentro de su diversidad y una Iglesia capaz de valorar los dones del Espíritu Santo en pueblos muy variados. ¿Dónde están principalmente los problemas? Tanto la Iglesia Católica como el Gobierno de Chile han hecho en este último tiempo un esfuerzo grande por examinar a fondo la situación y dar una visión de conjunto que permita avanzar hacia soluciones duraderas. El documento de los obispos del Sur “Al servicio de un nuevo trato con el Pueblo Mapuche” y el “Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato de los Pueblos Indígenas” del grupo especial de investigación constituido por el Gobierno son un gran aporte en ese sentido. Hay problemas que son más inmediatos, vinculados a la pobreza, deficiencias en la educación, salud, poca calificación laboral, carencia de tierras, reconocimiento de su condición de Pueblo con identidad propia etc., y otros de orden más espiritual como es la falta de respeto y valoración hacia el ser indígena en general y la discriminación consiguiente. Todos los problemas se dan dentro del marco de un gran desconocimiento de la realidad de los Pueblos originarios de Santiago, lo que hace que muchas veces fracasen iniciativas emprendidas quizás con muy buena voluntad y que se llegue a tachar de “delincuentes comunes” o “terroristas” a gente que reclama sus más básicos derechos.
¿Por qué se eligió el último domingo de Agosto?
La verdad es que no hay motivos litúrgicos de peso para escoger este día. Más bien se ha tomado en cuenta el hecho de que se trata de un momento que no está en peligro de coincidir con ninguna de las grandes festividades y cuando la proximidad de la primavera invita a pensamientos de resurgimiento y vida nueva.

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