jueves, 3 de diciembre de 2009

Evangelio del Domingo 30/08/09

PREPAREN EL CAMINO AL SEÑOR.
“Preparen el camino al Señor”(Lc.3,1-6), es la exhortación de Juan Bautista a la gente de su tiempo, invitándola a acoger la venida del Mesías. Una exhortación hecha en medio de una sociedad que caminaba en sentido opuesto a la dirección que Dios quería darle a la vida de su pueblo. A nivel religioso, una visión moralizante y legalista de la fidelidad se oponía radicalmente al regalo de la Salvación. A nivel político, el pueblo de Dios, estaba sometido al poder del imperio romano que, en la persona de Herodes Agripa I, abusó de los judíos, para mantenerse en el poder. En este escenario la misión de Juan el Bautista, consistió en administrar “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”, de ahí su apodo de “Bautista”.
La misión del Bautista fue hacer que la gente de su época se diera cuenta de la necesidad de cambiar de mentalidad, para dejar de lado la idea de un Dios castigador que basaba la fidelidad a Él en el cumplimiento de normas externas para guardar apariencias. El bautismo de Juan fue importante como signo de reconciliación con un Dios que hasta ese momento aparecía como un Dios castigador; de este modo el Bautista anunció a los pecadores que la fuerza y el daño del pecado no son nunca más poderosos que el amor y la misericordia de Dios. Por eso el bautismo de Juan era también el signo externo de una opción por el amor, la verdad y la justicia. Fidelidad en el amor, misericordia, perdón y opción por la verdad y la justicia, son las actitudes que permite a Dios ser “Dios con nosotros”.
Permitir a Dios ser “Dios con nosotros” es el sentido último del tiempo de Adviento. Por eso la exhortación de Juan Bautista a preparar el camino del Señor, es también válida para nosotros, en este tiempo en que nuestra fe, esperanza y amor, las vivimos en medio de situaciones adversas al reinado de Dios por causa de mentalidades extremas en el terreno moral, ya sea por una estrecha visión legalista, o por una laxa mentalidad amoral. Como Iglesia, no siempre somos signo testimonial del amor y del perdón de Dios que acoge a los pecadores. En el terreno de la política y en el contexto de la campaña electoral de cara a las próximas elecciones presidenciales, no siempre es evidente que la prioridad de los partidos políticos y de los candidatos sea una vocación de servicio público a la nación. Estos son los “desiertos” personales y sociales desde los cuales el precursor del Señor nos llama hoy a convertirnos.
Así como el bautismo de Juan fue, en su época, el signo exterior con el que la gente expresó su deseo de recibir a Jesús Mesías, busquemos hoy nosotros, esos gestos concretos y actitudes, que nos permitan manifestar en nuestro entorno, nuestra decisión de vivir en el amor, la verdad, la justicia y la misericordia, para ir preparando el camino que nos permita recibir al Señor.
Fr. Miguel Angel Ríos. op.


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