La Catequesis
II parte
“Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó entre piedras, donde había poca tierra y las semillas brotaron enseguida por no estar muy honda la tierra. Pero cuando salió el sol, las quemó y, como no tenían raíces, se secaron. Otras semillas cayeron entre espinos; los espinos crecieron y las sofocaron, de manera que no dieron fruto. Otras semillas cayeron en tierra buena; brotaron, crecieron y produjeron unas treinta, otras sesenta y otras cien”.
Mc 4, 3-8.
Esta parábola es fuente inspiradora para la evangelización, Jesús siembra la palabra del Padre en el mundo y la Iglesia continúa sembrando el evangelio de Jesús. Reino/ado de Dios. Los cristianos se encuentran inmersos en el mundo y por ello se hace necesario replantearse desde las propias situaciones actuales una renovación en los medios para el camino de la evangelización. Esto nos invita a tomar conciencia de nuestra fe y a ser coherentes con ella en nuestras vidas.
Situación de la Catequesis actual.
Realizaremos un breve recorrido a partir del documento del Directorio General para la Catequesis. Nº 29:
Muchos son los aspectos positivos de la catequesis en estos últimos años, que muestran su vitalidad. Entre ellos cabe destacar:
El gran número de sacerdotes, religiosos y laicos que se consagran con entusiasmo y constancia a la catequesis. Es una de las acciones eclesiales más relevantes.
También hay que destacar el carácter misionero de la catequesis actual y su tendencia a asegurar la adhesión a la fe por parte de los catecúmenos y de los catequizandos, en medio de un mundo donde el sentido religioso se oscurece. En esta dinámica se toma clara conciencia de que la catequesis debe adquirir el carácter de la formación integral, y no reducirse sólo a una enseñanza: deberá empeñarse, en efecto, en suscitar una verdadera conversión.
En sintonía con lo anterior, tiene una extraordinaria importancia el incremento que va adquiriendo la catequesis de adultos en el proyecto de catequesis de numerosas Iglesias particulares. Esta opción aparece como prioritaria en los planes pastorales de muchas diócesis: Igualmente, en algunos movimientos y grupos eclesiales ocupa un lugar central.
Favorecido sin duda por las orientaciones recientes del Magisterio, el pensamiento catequético ha ganado, en nuestro tiempo, en densidad y profundidad. En este sentido, muchas iglesias particulares cuentan con la ya adecuadas y oportunas orientaciones pastorales.
Sin embargo, algunos problemas deben ser hoy examinados:
El primero se refiere a la concepción de la catequesis como escuela de la fe, como aprendizaje y entrenamiento de toda la vida cristiana, concepción que no ha penetrado plenamente en la conciencia de los catequistas.
Respecto la finalidad de la catequesis que trata de propiciar la comunión con Jesucristo, es necesaria una presentación más equilibrada de todo el misterio de Cristo. A veces se insiste sólo en su humanidad, sin hacer referencia a su divinidad o bien se acentúa su divinidad no colocando de relieve la realidad del misterio de la Encarnación del Verbo.
La catequesis está unida a toda la acción litúrgica y sacramental. Sin embargo, a menudo, la práctica catequética muestra una vinculación débil y fragmentaria con la liturgia: una limitada atención a los signos y ritos litúrgicos, una escasa valoración de las fuentes litúrgicas, itinerarios catequéticos poco o nada conectados con el año litúrgico y una presencia marginal de celebraciones en los itinerarios de la catequesis.
Por lo que concierne a la diversidad de culturas en relación al servicio de la fe, está el problema de saber transmitir el Evangelio en el horizonte cultural de los pueblos a los que se dirige. De modo que pueda ser percibido realmente como una gran noticia para la vida de las personas y de la sociedad.
La formación al apostolado y a la misión es una de las tareas fundamentales de la catequesis. Sin embargo, mientras crece la actividad catequética una nueva sensibilidad para formar a los fieles laicos para el testimonio cristiano, el diálogo interreligioso y el compromiso en el mundo, la educación en el sentido de la “misión ad gentes” es aún débil e inadecuada.
Algunos retos de la catequesis n.33
Debe ser propuesta como un servicio fundamental, interior a la evangelización de la Iglesia, y con un acentuado carácter misionero.
Debe dirigirse a sus destinatarios de siempre: los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos.
A ejemplo de la catequesis patrística, debe moldear la personalidad creyente y, en consecuencia ser una verdadera y propia escuela de pedagogía cristiana.
Debe anunciar los misterios esenciales del cristianismo, promoviendo la experiencia trinitaria de la vida en Cristo como centro de la fe.
Debe considerar, como tarea prioritaria, la preparación y formación de los catequistas dotados de una profunda fe.
Las tareas fundamentales de la catequesis son n. 85:
Propiciar el conocimiento de la fe: el que se ha encontrado con Cristo desea conocerle lo más posible y conocer el designio del Padre que él le reveló. Ya en el orden humano, el amor hacia una persona lleva a conocerla aún más. La catequesis debe conducir por tanto a “la comprensión paulatina de toda la verdad del designio divino”; introduciendo a los discípulos de Jesucristo en el conocimiento de la Tradición y de la Escritura, que es la “ciencia eminente de Cristo”. Este profundizar en el conocimiento de la fe ilumina cristianamente la existencia humana, alimenta la vida de fe y capacita también para dar razón de ella en el mundo.
Así como para la vitalidad de un organismo humano es necesario que funcionen todos sus órganos, para la maduración de la vida cristiana hay que cultivar todas sus dimensiones: el conocimiento de la fe, la vida litúrgica, la formación moral, la oración, la pertenencia comunitaria, el espíritu misionero. Si la catequesis descuidara alguna de ellas, la fe cristiana no alcanzaría todo su crecimiento.
Catechesi Tradendae. Juan Pablo II:
En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, “Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” Jn 1,14. “Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida” Jn 14,6 y la vida cristiana consiste en seguir a Cristo.
Por ello el objeto esencial y primordial de la catequesis es “el Misterio de Cristo”, catequizar es: iluminar a todos acerca del misterio, comprender, la anchura, largura, altura y profundidad de la caridad de Cristo Ef 3,9. Es colocarnos en contacto y también en comunión, en intimidad al amor del Padre, hacernos partícipes de la Santísima Trinidad. En la catequesis el que enseña es Jesucristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios. Nosotros somos portavoz suyo. Así todo catequista ha de hacer resonar la frase de Jesús: “mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado” Jn 7,16. Es lo que hace San Pablo al tratar una cuestión primordial “Yo he recibido del Señor lo que os he transmitido”. 1 Cor 11, 23.
Esta doctrina no es un cúmulo de verdades abstractas sino la comunicación del Misterio vivo de Dios. Entonces nuestra propuesta consiste en Mirar a Jesús:
Durante todo su ministerio Jesús enseñó, lo hace desde un lugar con autoridad desconocidas hasta entonces. “ de nuevo se fueron reuniendo junto a El las multitudes y de nuevo según su costumbre, les enseñaba” Mc 10,1 “y se asombraban de su enseñanza, pues enseñaba como quien tiene autoridad” Mc 1,22.
Finalidad de la Catequesis:
La catequesis persigue el doble objetivo de hacer madurar la fe inicial y de educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de Jesucristo.
La catequesis debe a menudo preocuparse, no sólo de alimentar y enseñar la fe, sino de suscitarla continuamente con la ayuda de la gracia, de abrir el corazón, de convertir, de preparar una adhesión global a Jesucristo en aquellos que están aún en el umbral de la fe Esta preocupación inspira parcialmente el tono, el lenguaje y el método de la Catequesis.
La finalidad de la catequesis es la de ser un período de enseñanza y de madurez-el tiempo en el cual el cristiano, habiendo aceptado por la fe la persona de Jesucristo, se esfuerza por conocer mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto: conocer el Reino de Dios que anuncia, las exigencias y promesas contenidas en su mensaje evangélico, los senderos que El ha trazado a quien quiera seguirle.
Características de esta enseñanza:
Debe ser una enseñanza sistemática, no improvisada, siguiendo un programa que le permita llegar a un fin preciso.
Una enseñanza elemental que no pretenda abordar todas las cuestiones disputadas ni transformarse en investigación teológica o en exégesis científica.
Una enseñanza, no obstante, bastante completa, que no se detenga en el primer anuncio del misterio cristiano, que lo tenemos en el kerygma
una iniciación cristiana integral, abierta a todas las esferas de la vida cristiana.
II parte
“Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó entre piedras, donde había poca tierra y las semillas brotaron enseguida por no estar muy honda la tierra. Pero cuando salió el sol, las quemó y, como no tenían raíces, se secaron. Otras semillas cayeron entre espinos; los espinos crecieron y las sofocaron, de manera que no dieron fruto. Otras semillas cayeron en tierra buena; brotaron, crecieron y produjeron unas treinta, otras sesenta y otras cien”.
Mc 4, 3-8.
Esta parábola es fuente inspiradora para la evangelización, Jesús siembra la palabra del Padre en el mundo y la Iglesia continúa sembrando el evangelio de Jesús. Reino/ado de Dios. Los cristianos se encuentran inmersos en el mundo y por ello se hace necesario replantearse desde las propias situaciones actuales una renovación en los medios para el camino de la evangelización. Esto nos invita a tomar conciencia de nuestra fe y a ser coherentes con ella en nuestras vidas.
Situación de la Catequesis actual.
Realizaremos un breve recorrido a partir del documento del Directorio General para la Catequesis. Nº 29:
Muchos son los aspectos positivos de la catequesis en estos últimos años, que muestran su vitalidad. Entre ellos cabe destacar:
El gran número de sacerdotes, religiosos y laicos que se consagran con entusiasmo y constancia a la catequesis. Es una de las acciones eclesiales más relevantes.
También hay que destacar el carácter misionero de la catequesis actual y su tendencia a asegurar la adhesión a la fe por parte de los catecúmenos y de los catequizandos, en medio de un mundo donde el sentido religioso se oscurece. En esta dinámica se toma clara conciencia de que la catequesis debe adquirir el carácter de la formación integral, y no reducirse sólo a una enseñanza: deberá empeñarse, en efecto, en suscitar una verdadera conversión.
En sintonía con lo anterior, tiene una extraordinaria importancia el incremento que va adquiriendo la catequesis de adultos en el proyecto de catequesis de numerosas Iglesias particulares. Esta opción aparece como prioritaria en los planes pastorales de muchas diócesis: Igualmente, en algunos movimientos y grupos eclesiales ocupa un lugar central.
Favorecido sin duda por las orientaciones recientes del Magisterio, el pensamiento catequético ha ganado, en nuestro tiempo, en densidad y profundidad. En este sentido, muchas iglesias particulares cuentan con la ya adecuadas y oportunas orientaciones pastorales.
Sin embargo, algunos problemas deben ser hoy examinados:
El primero se refiere a la concepción de la catequesis como escuela de la fe, como aprendizaje y entrenamiento de toda la vida cristiana, concepción que no ha penetrado plenamente en la conciencia de los catequistas.
Respecto la finalidad de la catequesis que trata de propiciar la comunión con Jesucristo, es necesaria una presentación más equilibrada de todo el misterio de Cristo. A veces se insiste sólo en su humanidad, sin hacer referencia a su divinidad o bien se acentúa su divinidad no colocando de relieve la realidad del misterio de la Encarnación del Verbo.
La catequesis está unida a toda la acción litúrgica y sacramental. Sin embargo, a menudo, la práctica catequética muestra una vinculación débil y fragmentaria con la liturgia: una limitada atención a los signos y ritos litúrgicos, una escasa valoración de las fuentes litúrgicas, itinerarios catequéticos poco o nada conectados con el año litúrgico y una presencia marginal de celebraciones en los itinerarios de la catequesis.
Por lo que concierne a la diversidad de culturas en relación al servicio de la fe, está el problema de saber transmitir el Evangelio en el horizonte cultural de los pueblos a los que se dirige. De modo que pueda ser percibido realmente como una gran noticia para la vida de las personas y de la sociedad.
La formación al apostolado y a la misión es una de las tareas fundamentales de la catequesis. Sin embargo, mientras crece la actividad catequética una nueva sensibilidad para formar a los fieles laicos para el testimonio cristiano, el diálogo interreligioso y el compromiso en el mundo, la educación en el sentido de la “misión ad gentes” es aún débil e inadecuada.
Algunos retos de la catequesis n.33
Debe ser propuesta como un servicio fundamental, interior a la evangelización de la Iglesia, y con un acentuado carácter misionero.
Debe dirigirse a sus destinatarios de siempre: los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos.
A ejemplo de la catequesis patrística, debe moldear la personalidad creyente y, en consecuencia ser una verdadera y propia escuela de pedagogía cristiana.
Debe anunciar los misterios esenciales del cristianismo, promoviendo la experiencia trinitaria de la vida en Cristo como centro de la fe.
Debe considerar, como tarea prioritaria, la preparación y formación de los catequistas dotados de una profunda fe.
Las tareas fundamentales de la catequesis son n. 85:
Propiciar el conocimiento de la fe: el que se ha encontrado con Cristo desea conocerle lo más posible y conocer el designio del Padre que él le reveló. Ya en el orden humano, el amor hacia una persona lleva a conocerla aún más. La catequesis debe conducir por tanto a “la comprensión paulatina de toda la verdad del designio divino”; introduciendo a los discípulos de Jesucristo en el conocimiento de la Tradición y de la Escritura, que es la “ciencia eminente de Cristo”. Este profundizar en el conocimiento de la fe ilumina cristianamente la existencia humana, alimenta la vida de fe y capacita también para dar razón de ella en el mundo.
Así como para la vitalidad de un organismo humano es necesario que funcionen todos sus órganos, para la maduración de la vida cristiana hay que cultivar todas sus dimensiones: el conocimiento de la fe, la vida litúrgica, la formación moral, la oración, la pertenencia comunitaria, el espíritu misionero. Si la catequesis descuidara alguna de ellas, la fe cristiana no alcanzaría todo su crecimiento.
Catechesi Tradendae. Juan Pablo II:
En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, “Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” Jn 1,14. “Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida” Jn 14,6 y la vida cristiana consiste en seguir a Cristo.
Por ello el objeto esencial y primordial de la catequesis es “el Misterio de Cristo”, catequizar es: iluminar a todos acerca del misterio, comprender, la anchura, largura, altura y profundidad de la caridad de Cristo Ef 3,9. Es colocarnos en contacto y también en comunión, en intimidad al amor del Padre, hacernos partícipes de la Santísima Trinidad. En la catequesis el que enseña es Jesucristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios. Nosotros somos portavoz suyo. Así todo catequista ha de hacer resonar la frase de Jesús: “mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado” Jn 7,16. Es lo que hace San Pablo al tratar una cuestión primordial “Yo he recibido del Señor lo que os he transmitido”. 1 Cor 11, 23.
Esta doctrina no es un cúmulo de verdades abstractas sino la comunicación del Misterio vivo de Dios. Entonces nuestra propuesta consiste en Mirar a Jesús:
Durante todo su ministerio Jesús enseñó, lo hace desde un lugar con autoridad desconocidas hasta entonces. “ de nuevo se fueron reuniendo junto a El las multitudes y de nuevo según su costumbre, les enseñaba” Mc 10,1 “y se asombraban de su enseñanza, pues enseñaba como quien tiene autoridad” Mc 1,22.
Finalidad de la Catequesis:
La catequesis persigue el doble objetivo de hacer madurar la fe inicial y de educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de Jesucristo.
La catequesis debe a menudo preocuparse, no sólo de alimentar y enseñar la fe, sino de suscitarla continuamente con la ayuda de la gracia, de abrir el corazón, de convertir, de preparar una adhesión global a Jesucristo en aquellos que están aún en el umbral de la fe Esta preocupación inspira parcialmente el tono, el lenguaje y el método de la Catequesis.
La finalidad de la catequesis es la de ser un período de enseñanza y de madurez-el tiempo en el cual el cristiano, habiendo aceptado por la fe la persona de Jesucristo, se esfuerza por conocer mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto: conocer el Reino de Dios que anuncia, las exigencias y promesas contenidas en su mensaje evangélico, los senderos que El ha trazado a quien quiera seguirle.
Características de esta enseñanza:
Debe ser una enseñanza sistemática, no improvisada, siguiendo un programa que le permita llegar a un fin preciso.
Una enseñanza elemental que no pretenda abordar todas las cuestiones disputadas ni transformarse en investigación teológica o en exégesis científica.
Una enseñanza, no obstante, bastante completa, que no se detenga en el primer anuncio del misterio cristiano, que lo tenemos en el kerygma
una iniciación cristiana integral, abierta a todas las esferas de la vida cristiana.
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