lunes, 18 de mayo de 2009

Pedagogía de la Catequesis

LA PEDAGOGIA DE LA CATEQUESIS.
Primera parte


I.- INTRODUCCION:
Dios se reveló a la humanidad con el fin de darse a conocer e invitarnos a aceptar el regalo de la Salvación. Esta comunicación Dios la realizó según un estilo que ha sido llamado “Pedagogía Divina”.
El amor es la actitud que Dios manifestó hacia su Pueblo en el Antiguo Testamento: “Yo enseñé a Efraín a caminar, tomándole de los brazos… Con lazos humanos los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer” (Os 11, 3-4).
Como el mejor educador, Dios comprende, escucha y se acerca a cada persona y cultura humana en su realidad única y particular. Habla y actúa para liberar, corregir, levantar y atraer libremente a sí a las personas y los pueblos.
Jesús, como nadie, encarnó en su persona y en su actividad esta pedagogía del Padre. Impresionaba su estilo educativo, hecho de palabras y gestos, de actitudes y silencios. Jesús, cuando formaba a sus apóstoles, los estimulaba con preguntas, recurría a metáforas y signos. Utilizaba distintos canales de comunicación para hacer más comprensible su Mensaje. Tomaba en cuenta la situación de sus diversos destinatarios. Usaba un lenguaje directo y sencillo. Jesús, sin duda, fue el Maestro: “La gente quedó asombrada y todos alababan a Dios, pues decían: “Nunca hemos visto nada parecido” (Mc 2, 12).
La Iglesia, vive su misión en continuidad con la pedagogía del Padre y del Hijo, vivificada por el Espíritu de Jesús Resucitado. La catequesis, inspirada en esta pedagogía, debe revisar y orientar su estilo pedagógico de modo de ser fiel a la dinámica de salvación. (Orientaciones para la Catequesis en Chile, 93-102)

II.- ELEMENTOS DE METODOLOGIA CATEQUISTICA:
El encuentro personal con Jesús es fundamental. Pero junto con ello es importante descubrir el cómo, es decir, el camino o método para alcanzar y profundizar tal encuentro. Es el delicado tema de la Metodología.
Un buen método en catequesis no solo debe transmitir con eficacia una doctrina, sino que también debe, y sobre todo, llevar a un verdadero encuentro personal y vital con el Señor.
Los mejores métodos catequísticos son aquellos que consideran simultáneamente las tres dimensiones constitutivas de la persona: la inteligencia (el saber), su afectividad (el sentir) y su voluntad (el actuar). Por lo tanto, a Jesús se le conoce y se le acoge como salvador amigo con el “Sí” de la inteligencia, con el “Sí” de la afectividad y con el “Si” de la voluntad.
De aquí la necesidad de valorar la metodología catequística, entendida como la ciencia que describe y analiza los métodos más pertinentes para que se logre lo más satisfactoriamente posible los objetivos de la educación de la fe.
Un encuentro catequístico es, esencialmente, un encuentro con el Señor Jesús y un encuentro con los hermanos, logrando así una experiencia de comunidad eclesial.
La realización del encuentro mismo es un proceso durante el cual se vivencian cuatro momentos fundamentales. Es lo que Jesús hacía vivir a sus discípulos, por ejemplo, con los discípulos de Emaús:
- El momento de la experiencia: consiste en evocar una experiencia de vida. A los discípulos de Emaús Jesús les pregunta: “¿Qué comentaban en el camino?”. Se usa también la expresión”partir de la vida” o momento del Ver.
- El momento del Anuncio: A los discípulos de Emaús, Jesús “les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a El”.La Palabra de Dios, proclamada, ilumina la experiencia humana, revelando la presencia o ausencia de Dios en ella. Es el momento del Juzgar, en que se descubren los contenidos de la Fe.
- El momento de la respuesta o aclamación a la Palabra de Dios: Los discípulos de Emaús “contaron cómo lo habían reconocido al partir el pan”. A Dios se le responde con la Fe, la cual se expresa mediante la oración, el canto, con signos y gestos litúrgicos. Es el momento del Celebrar.
- El momento del compromiso: Al reconocer al Señor, los discípulos de Emaús “se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén” para anunciar al Resucitado. Es el momento del Actuar. Se trata aquí de la dimensión testimonial y operativa de la catequesis. (Orientaciones para la Catequesis en Chile, 103-129).

III.- LOS AGENTES DE LA CATEQUESIS. (Directorio para la Catequesis en Chile, 145-150)
“La finalidad cristo céntrica de la catequesis, que busca propiciar la comunión con Jesucristo en el convertido, impregna toda la formación de los catequistas. Lo que ésta persigue, en efecto, no es otra cosa que lograr que el catequista pueda animar eficazmente un itinerario catequístico en el que , mediante las necesarias etapas: anuncie a Jesucristo, dé a conocer su vida, enmarcándola en el conjunto de la Historia de la salvación; explique su misterio de Hijo de dios, hecho hombre por nosotros; y ayude, finalmente, al catecúmeno o al catequizando a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de iniciación. En la catequesis permanente, el catequista no hace sino ahondar en estos aspectos” DGC 235.
El catequista, al igual que sus catequizándos, está en camino a la santidad. Por lo tanto, nadie puede pretender que sea una persona que ha logrado la perfección. A continuación se señalan los rasgos más sobresalientes que el catequista irá adquiriendo a lo largo de su formación inicial y permanente.

1.- El Ser del Catequista:
- Catequista es la persona que ha tenido una experiencia de Cristo personal y profunda, y lo ha reconocido como su Señor y Salvador. Ha respondido generosamente a su amoroso llamado, comprometiéndose en la construcción de su Reino.
- Es alguien que desea siempre crecer como persona, activa progresivamente sus potencialidades naturales; se interesa en vivir y discernir su escala de valores como mujer o varón. Descubre sus talentos y acepta sus debilidades con espíritu de superación.
- Tiene el interés y la madurez afectiva, intelectual y operativa suficientes para ir relacionando e integrando fe, vida y cultura.
- Es emocionalmente equilibrado, con gran fuerza de voluntad, alegre y acogedor.
- Guiado por la Palabra de Dios, va creciendo en la vida de oración, en diálogo e intimidad con el Señor, y en constante vida sacramental. Pertenece a una comunidad concreta en la que participa regularmente.
- Crece en el amor a la Iglesia: se siente parte viva y reconoce en ella la presencia y la acción de Dios. Vive la adhesión a los pastores con madurez y fidelidad. Es capaz de trabajar en equipo en forma creativa y responsable., abierto al diálogo y sabe escuchar.

2.- El Saber del Catequista:
- Es un maestro, un servidor de la palabra de Dios y crece progresivamente en el espíritu profético. Es capaz de discernir los signos de los tiempos y del Reino en las situaciones de la vida y de la historia. Día a día profundiza en la lectura de la Biblia y en las enseñanzas de la Iglesia..
- Es conocedor de los dones y debilidades de los hombres y mujeres. Para ello se empeña en informarse de los elementos fundamentales de psicología y sociología de la religiosidad. Con el fin de conocer cómo va el mundo, procura vivir informado y hace uso de las ciencias humanas.



3.- El Saber Hacer del Catequista:
- Con el fin de ser siempre más eficiente, se prepara constantemente en la ciencia de la educación y en las ciencias de la comunicación. Conoce lo fundamental de las técnicas de animación grupal y de la creación y uso de material didáctico. Se preocupa de conocer y asumir todo lo que le puede ayudar a ser un eficiente comunicador del mensaje salvador.

IV.- FUNCION DEL CATEQUISTA. ( Orientaciones para la Catequesis en Chile, 112-119)

Desde el punto de vista pedagógico, el catequista debe hacer significativo el mensaje salvador a sus destinatarios. El catequista escucha las esperanzas y temores, los sueños y dudas de sus catequizando para responder a sus inquietudes vitales con el Mensaje del Señor. Toma en consideración lo que el destinatario ya sabe y vive, hasta hacerle descubrir lo cercano que ya está Dios en su vida. “Se trata, en efecto, de educar en el conocimiento y en la vida de fe, de forma que el hombre entero, en sus experiencias más profundas, se vea fecundado por la Palabra de Dios” (DGC 67).
Un educador de la fe se esforzará por utilizar todos los canales de comunicación que poses; será ejemplo de creatividad, ingenio y variedad. Le parecerá insuficiente conformarse sólo con hablarles a sus destinatarios, escribir en el pizarrón y plantearles preguntas para que contesten en su cuaderno; aunque son estrategias válidas, no son las únicas. Por el contrario, también invitará al trabajo reflexivo individual, mostrará videos, pondrá música suave de fondo para crear el ambiente adecuado o par sugerir sensaciones ante cierto tema, propondrá trabajos cooperativos, técnicas que impliquen la expresión corporal, etc.
La acción del Espíritu Santo pasa también a través de estos medios o materiales didácticos. Todos ellos pueden ser utilizados siempre que sean lícitos y ayuden efectivamente en el proceso de aprendizaje.








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