Realizamos esta reflexión a partir de la lectura y análisis de algunos textos del evangelio
Þ Jesús y la pesca milagrosa (Lc 5,1ss)
Þ Jesús y la Samaritana (Jn 4, 3ss)
Þ Jesús y los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35).
Analizando:
1. Jesús parte y se ubica en los problemas humanos:
Þ Pedro no había pescado nada…
Þ La samaritana iba molesta por agua… no se realizaba como mujer…
Þ Los discípulos de Emaús estaban decepcionados religiosa y políticamente con Jesús
2. Jesús se revela como salvador
Þ Con Pedro realiza el milagro de la pesca: es un profeta
Þ Con la Samaritana le ofrece agua viva, se revela como profeta y se declara Mesías: “Ese soy yo, que habla contigo”
Þ Con los discípulos de Emaús es el anunciado por los Profetas como muerto y resucitado.
3. ¿Qué provoca Jesús con todo esto? Cuatro cosas:
a) Despierta la fe en Jesús, como el Salvador:
Þ salva a Pedro de la falta de pesca;
Þ a la Samaritana de la falta de agua y de la mala vida;
Þ a los Discípulos de su tristeza y desilusión
b) Hace descubrir el propio ser de pecador:
Þ Pedro: “Aléjate de mí que soy pecador”
Þ La Samaritana: “No tengo marido”
Þ Los discípulos: “Qué poco entienden, qué les cuesta creer…”
c) Es invitación a la conversión:
Þ Pedro deja las redes;
Þ la Samaritana deja el cántaro;
Þ los discípulos dejan el camino de Emaús, a dónde huían de la comunidad de Jerusalén: huían de la Iglesia.
d) Se inicia una nueva vida:
Þ Pedro sigue a Jesús para ser pescador de hombres
Þ La Samaritana va a anunciar su experiencia de salvación en Jesús
Þ Los discípulos vuelven a Jerusalén con la comunidad para anunciar la resurrección
CRITERIOS METODOLÓGICOS GENERALES
Del análisis que hemos realizado sobre la pedagogía y el método de Jesús, podemos ahora recoger unos criterios para nuestra propia pedagogía y metodología
1.-Hemos descubierto que Jesús, en su evangelización, como primera estrategia metodológica, solía ubicarse en la situación humana. El pozo de la Samaritana es un símbolo de las necesidades cotidianas de las mujeres y los hombres. Este modo metodológico nos estimula también a nosotros a proceder de la misma manera. Será oportuno en nuestras pastorales presentar a Jesús como el salvador de nuestras angustias, de las angustias del mundo moderno: de la angustia de la muerte, de la enfermedad, de la depresión; de la angustia del sin sentido de la vida; de la angustia de la miseria, la pobreza, la falta de seguridad (la violencia, el abuso del poder); de la soledad (por los problemas familiares, por la falta de amor); de los ídolos del dinero, del poder, del placer (el consumismo); de las redes envolventes del pecado. Un buen método sabe partir de las situaciones de las personas, para anunciarles la salvación de Jesús. A veces hay personas que dicen no sentir necesidad de ser salvado, tal vez porque sólo piensan que Jesús salva de lo inmoral.
Nuestros Obispos en las Orientaciones Pastorales 2001-2005 describen así las búsquedas de la gente de nuestro tiempo:
34. “El encuentro (de Jesús con la Samaritana) se produce junto a un pozo que, en cualquier cultura representa el lugar donde la gente va a buscar lo que necesita para vivir. Es el lugar al que hay que acudir una y otra vez para saciar una sed que nunca se apaga definitivamente.
35. Sentados con Jesús, junto al pozo de Jacob, nos preguntamos por los pozos a que acuden nuestros contemporáneos en búsqueda de un agua que también sacie su sed. Puede ser el pozo de la libertad y de la subjetividad, el de la afectividad y de las relaciones humanas, el pozo del trabajo y de la realización personal, el pozo de la ética y del sentido de la vida. El hombre contemporáneo tiene sed de felicidad, de alejar de sí el sufrimiento y la muerte, de experiencias religiosas que satisfagan las necesidades de su espíritu. Los evangelizadores estamos llamados a acercarnos a esos pozos, con la misma actitud de Jesús, para conocerlos y provocar el encuentro amistosos con aquellos que allí acuden para saciar su sed. Y, como Jesús, queremos valorar estas búsquedas humanas y las semillas del Verbo que en ellas se manifiestan”.
La segunda opción metodológica de Jesús es apelar a la Sagrada Escritura que habla de él. No basta asumir los problemas humanos, hacerlos propios sin una visión espiritual de lo humano. En este sentido el Papa Juan Pablo II en CT dice que la pastoral “extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios” (n° 27). Por tanto la pastoral es ante todo una escuela de escucha de la Palabra: enseñará a cada uno a sentarse a los pies del Maestro, como María (Lc 10,39); enseñará a “abrir el corazón” a la palabra como Lidia (Hch 16,14) y como le sucedió a los discípulos de Emaús, cuando, al escuchar la Palabra de Jesús resucitado, sentían “como les ardía el corazón” (Lc 24,32). Será una enseñanza gradual que lleva a lograr aprender el método de la “lectio divina”.
La presentación del mensaje no debe ser una presentación inofensiva: Jesús proclamaba fuerte: “¡Quien tenga oídos, que oiga!” (Mt 13,9). El anuncio debe impactar siempre más la vida diaria y cotidiana de las personas. No puede ser una simple información de una doctrina, que hay que saber, sino es: “creer”.
La lectura bíblica no se refiere a simples narraciones de algo que pasó, sino se trata de algo que pasa hoy. Se trata de acontecimientos que nos cuestionan, nos desinstalan de nuestro aburguesamiento y comodidad. Es la urgencia del Reino, que está entre nosotros, como algo que acontece; que no es sólo una verdad para saberla; sino que debe dar sabor y sentido a nuestra existencia: el sentido de la vida, que muchos hoy andan buscando y no encuentran. Los cristianos estamos invitados a no ser indiferentes, sino “diferentes”, presentado al mundo una opción diferente.
El método debe ser una invitación a la conversión y a la fe en Jesús, el enviado del Padre. Se trata de impactar no solamente al conocimiento de la fe, sino también a los sentimientos y a la voluntad. La Iglesia, a quien se va a bautizar, no le pregunta si “sabe” que Dios es el Padre creador, si “sabe” sobre Jesucristo, el Espíritu santo, la Iglesia…, sino que le pregunta “si cree”: creer es mucho más que saber.
Amedeo Cencini señala los siguientes pasos metodológicos que constituyen el acto de fe:
1. La fe es un don recibido que suscita gratitud y que significa tarea.
2. La fe es compartida: comunicada y recibida con los hermanos creyentes, en comunidad.
3. La fe es orada y celebrada: por la “Lex orandi” que es “Lex credendi”.
4. La fe es probada y sufrida: puedo tener, de distintas maneras, mis dificultades.
5. La fe va estudiada y comprendida.
6. La fe va vivida, personalizada y traducida en elecciones vitales.
7. La fe es anunciada y testimoniada a todos.
Creer significa poner en acto todas estas operaciones: parecería algo complejo, pero en realidad, una está ligada a la otra en una relación de reciprocidad, de complementariedad e integración[1].
[1] Cf. CENCINI, AMEDEO, Llamó a sí a los que quiso, Paulinas, Santiago de Chile, 2004.
Þ Jesús y la pesca milagrosa (Lc 5,1ss)
Þ Jesús y la Samaritana (Jn 4, 3ss)
Þ Jesús y los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35).
Analizando:
1. Jesús parte y se ubica en los problemas humanos:
Þ Pedro no había pescado nada…
Þ La samaritana iba molesta por agua… no se realizaba como mujer…
Þ Los discípulos de Emaús estaban decepcionados religiosa y políticamente con Jesús
2. Jesús se revela como salvador
Þ Con Pedro realiza el milagro de la pesca: es un profeta
Þ Con la Samaritana le ofrece agua viva, se revela como profeta y se declara Mesías: “Ese soy yo, que habla contigo”
Þ Con los discípulos de Emaús es el anunciado por los Profetas como muerto y resucitado.
3. ¿Qué provoca Jesús con todo esto? Cuatro cosas:
a) Despierta la fe en Jesús, como el Salvador:
Þ salva a Pedro de la falta de pesca;
Þ a la Samaritana de la falta de agua y de la mala vida;
Þ a los Discípulos de su tristeza y desilusión
b) Hace descubrir el propio ser de pecador:
Þ Pedro: “Aléjate de mí que soy pecador”
Þ La Samaritana: “No tengo marido”
Þ Los discípulos: “Qué poco entienden, qué les cuesta creer…”
c) Es invitación a la conversión:
Þ Pedro deja las redes;
Þ la Samaritana deja el cántaro;
Þ los discípulos dejan el camino de Emaús, a dónde huían de la comunidad de Jerusalén: huían de la Iglesia.
d) Se inicia una nueva vida:
Þ Pedro sigue a Jesús para ser pescador de hombres
Þ La Samaritana va a anunciar su experiencia de salvación en Jesús
Þ Los discípulos vuelven a Jerusalén con la comunidad para anunciar la resurrección
CRITERIOS METODOLÓGICOS GENERALES
Del análisis que hemos realizado sobre la pedagogía y el método de Jesús, podemos ahora recoger unos criterios para nuestra propia pedagogía y metodología
1.-Hemos descubierto que Jesús, en su evangelización, como primera estrategia metodológica, solía ubicarse en la situación humana. El pozo de la Samaritana es un símbolo de las necesidades cotidianas de las mujeres y los hombres. Este modo metodológico nos estimula también a nosotros a proceder de la misma manera. Será oportuno en nuestras pastorales presentar a Jesús como el salvador de nuestras angustias, de las angustias del mundo moderno: de la angustia de la muerte, de la enfermedad, de la depresión; de la angustia del sin sentido de la vida; de la angustia de la miseria, la pobreza, la falta de seguridad (la violencia, el abuso del poder); de la soledad (por los problemas familiares, por la falta de amor); de los ídolos del dinero, del poder, del placer (el consumismo); de las redes envolventes del pecado. Un buen método sabe partir de las situaciones de las personas, para anunciarles la salvación de Jesús. A veces hay personas que dicen no sentir necesidad de ser salvado, tal vez porque sólo piensan que Jesús salva de lo inmoral.
Nuestros Obispos en las Orientaciones Pastorales 2001-2005 describen así las búsquedas de la gente de nuestro tiempo:
34. “El encuentro (de Jesús con la Samaritana) se produce junto a un pozo que, en cualquier cultura representa el lugar donde la gente va a buscar lo que necesita para vivir. Es el lugar al que hay que acudir una y otra vez para saciar una sed que nunca se apaga definitivamente.
35. Sentados con Jesús, junto al pozo de Jacob, nos preguntamos por los pozos a que acuden nuestros contemporáneos en búsqueda de un agua que también sacie su sed. Puede ser el pozo de la libertad y de la subjetividad, el de la afectividad y de las relaciones humanas, el pozo del trabajo y de la realización personal, el pozo de la ética y del sentido de la vida. El hombre contemporáneo tiene sed de felicidad, de alejar de sí el sufrimiento y la muerte, de experiencias religiosas que satisfagan las necesidades de su espíritu. Los evangelizadores estamos llamados a acercarnos a esos pozos, con la misma actitud de Jesús, para conocerlos y provocar el encuentro amistosos con aquellos que allí acuden para saciar su sed. Y, como Jesús, queremos valorar estas búsquedas humanas y las semillas del Verbo que en ellas se manifiestan”.
La segunda opción metodológica de Jesús es apelar a la Sagrada Escritura que habla de él. No basta asumir los problemas humanos, hacerlos propios sin una visión espiritual de lo humano. En este sentido el Papa Juan Pablo II en CT dice que la pastoral “extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios” (n° 27). Por tanto la pastoral es ante todo una escuela de escucha de la Palabra: enseñará a cada uno a sentarse a los pies del Maestro, como María (Lc 10,39); enseñará a “abrir el corazón” a la palabra como Lidia (Hch 16,14) y como le sucedió a los discípulos de Emaús, cuando, al escuchar la Palabra de Jesús resucitado, sentían “como les ardía el corazón” (Lc 24,32). Será una enseñanza gradual que lleva a lograr aprender el método de la “lectio divina”.
La presentación del mensaje no debe ser una presentación inofensiva: Jesús proclamaba fuerte: “¡Quien tenga oídos, que oiga!” (Mt 13,9). El anuncio debe impactar siempre más la vida diaria y cotidiana de las personas. No puede ser una simple información de una doctrina, que hay que saber, sino es: “creer”.
La lectura bíblica no se refiere a simples narraciones de algo que pasó, sino se trata de algo que pasa hoy. Se trata de acontecimientos que nos cuestionan, nos desinstalan de nuestro aburguesamiento y comodidad. Es la urgencia del Reino, que está entre nosotros, como algo que acontece; que no es sólo una verdad para saberla; sino que debe dar sabor y sentido a nuestra existencia: el sentido de la vida, que muchos hoy andan buscando y no encuentran. Los cristianos estamos invitados a no ser indiferentes, sino “diferentes”, presentado al mundo una opción diferente.
El método debe ser una invitación a la conversión y a la fe en Jesús, el enviado del Padre. Se trata de impactar no solamente al conocimiento de la fe, sino también a los sentimientos y a la voluntad. La Iglesia, a quien se va a bautizar, no le pregunta si “sabe” que Dios es el Padre creador, si “sabe” sobre Jesucristo, el Espíritu santo, la Iglesia…, sino que le pregunta “si cree”: creer es mucho más que saber.
Amedeo Cencini señala los siguientes pasos metodológicos que constituyen el acto de fe:
1. La fe es un don recibido que suscita gratitud y que significa tarea.
2. La fe es compartida: comunicada y recibida con los hermanos creyentes, en comunidad.
3. La fe es orada y celebrada: por la “Lex orandi” que es “Lex credendi”.
4. La fe es probada y sufrida: puedo tener, de distintas maneras, mis dificultades.
5. La fe va estudiada y comprendida.
6. La fe va vivida, personalizada y traducida en elecciones vitales.
7. La fe es anunciada y testimoniada a todos.
Creer significa poner en acto todas estas operaciones: parecería algo complejo, pero en realidad, una está ligada a la otra en una relación de reciprocidad, de complementariedad e integración[1].
[1] Cf. CENCINI, AMEDEO, Llamó a sí a los que quiso, Paulinas, Santiago de Chile, 2004.
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