Estimados amigos y amigas les hago llegar el Evangelio comentado de este domingo 26/07/09 por nuestro amigo Fray Miguel Angel Ríos. En esta oportunidad reflexionaremos en torno a un hermoso pasaje:
LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES.
En el contexto del capítulo 6 del evangelio de Juan, el pasaje evangélico de hoy (Jn.6,1-15)nos presenta el episodio de la multiplicación de los panes, mostrándonos en forma concreta, un ejemplo de lo que Pedro dice al reconocer a Jesús como aquel que tiene Palabras de vida eterna y como “el Consagrado de Dios”(Jn.vv.68-69). En efecto, la multiplicación de los panes, nos invita a descubrir a Jesús como alguien que es mucho más que un simple realizador de acciones en el ámbito material, por más que estas acciones sean espectaculares y solucionen problemas prácticos en forma rápida.
La tendencia de la gente a quedarse sólo en lo superficial y espectacular, está representada por la actitud de querer aclamar a Jesús como rey, al verlo multiplicar los panes, desvirtuando así el acontecimiento, hasta convertirlo en un hecho de carácter únicamente político. Jesús rechaza esto, y se retira solo al monte, en búsqueda de un momento de intimidad con Dios Padre.
Para Jesús, la acción de multiplicar los panes, es un gesto de carácter profético, porque, en ese momento, al proporcionar a la gente los bienes materiales necesarios para alimentarse, los trata dignamente y les hace descubrir que él también provee los bienes espirituales que alimentan la vida integralmente; los bienes que dan la Salvación a todos los seres humanos. El evangelista Juan recalca así, no la compasión de Jesús, acentuada por los evangelios de Marcos y Mateo, sino el hecho de que Jesús es el Señor de la vida, aquel que da la vida; el Salvador de todo el género humano.
La mención a la cercanía de la fiesta de la Pascua judía y la descripción del momento en que Jesús parte el pan, da gracias y lo reparte a los que estaban sentados, nos lleva a recordar momentos fundamentales de la celebración de la Eucaristía, recalcando el hecho de que es Jesús el que sirve, el que se entrega y alimenta nuestra vida con su vida y su presencia entre nosotros. Él es el pan de vida(vv.26-65).
Igual como la gente en su época, buscó a Jesús para solucionar sus problemas de forma rápida y práctica, hoy también a nosotros en ocasiones, nos acecha la misma tentación. El evangelio de hoy quiere orientarnos a descubrir a Jesús, como alguien que es más que un simple realizador de milagros. Jesús es nuestro Salvador. Es quien alimenta el sentido de nuestra vida. Es el Señor de la vida, es el camino para que nosotros unidos a Él, lleguemos a esa comunión íntima con Dios, sin enajenarnos de nuestro diario vivir, en donde estamos llamados a seguir su ejemplo como servidores.
El episodio de la multiplicación de los panes con todos sus detalles, nos remite a la celebración de la Eucaristía, para decirnos que la misa dominical y la de cada día, ha ser el símbolo de la dimensión festiva y servicial de nuestra vida, que se realiza cuando diariamente somos hombres y mujeres de fe, solidarios, servidores, desprendidos, capaces de compartir, reconociendo en medio del mundo los signos de la presencia del Señor, que nos enseña y nos regala sus dones, porque es Él quien primero nos alimenta y nos sirve a todos como hermanos.
Fr. Miguel Angel Ríos op.
En el contexto del capítulo 6 del evangelio de Juan, el pasaje evangélico de hoy (Jn.6,1-15)nos presenta el episodio de la multiplicación de los panes, mostrándonos en forma concreta, un ejemplo de lo que Pedro dice al reconocer a Jesús como aquel que tiene Palabras de vida eterna y como “el Consagrado de Dios”(Jn.vv.68-69). En efecto, la multiplicación de los panes, nos invita a descubrir a Jesús como alguien que es mucho más que un simple realizador de acciones en el ámbito material, por más que estas acciones sean espectaculares y solucionen problemas prácticos en forma rápida.
La tendencia de la gente a quedarse sólo en lo superficial y espectacular, está representada por la actitud de querer aclamar a Jesús como rey, al verlo multiplicar los panes, desvirtuando así el acontecimiento, hasta convertirlo en un hecho de carácter únicamente político. Jesús rechaza esto, y se retira solo al monte, en búsqueda de un momento de intimidad con Dios Padre.
Para Jesús, la acción de multiplicar los panes, es un gesto de carácter profético, porque, en ese momento, al proporcionar a la gente los bienes materiales necesarios para alimentarse, los trata dignamente y les hace descubrir que él también provee los bienes espirituales que alimentan la vida integralmente; los bienes que dan la Salvación a todos los seres humanos. El evangelista Juan recalca así, no la compasión de Jesús, acentuada por los evangelios de Marcos y Mateo, sino el hecho de que Jesús es el Señor de la vida, aquel que da la vida; el Salvador de todo el género humano.
La mención a la cercanía de la fiesta de la Pascua judía y la descripción del momento en que Jesús parte el pan, da gracias y lo reparte a los que estaban sentados, nos lleva a recordar momentos fundamentales de la celebración de la Eucaristía, recalcando el hecho de que es Jesús el que sirve, el que se entrega y alimenta nuestra vida con su vida y su presencia entre nosotros. Él es el pan de vida(vv.26-65).
Igual como la gente en su época, buscó a Jesús para solucionar sus problemas de forma rápida y práctica, hoy también a nosotros en ocasiones, nos acecha la misma tentación. El evangelio de hoy quiere orientarnos a descubrir a Jesús, como alguien que es más que un simple realizador de milagros. Jesús es nuestro Salvador. Es quien alimenta el sentido de nuestra vida. Es el Señor de la vida, es el camino para que nosotros unidos a Él, lleguemos a esa comunión íntima con Dios, sin enajenarnos de nuestro diario vivir, en donde estamos llamados a seguir su ejemplo como servidores.
El episodio de la multiplicación de los panes con todos sus detalles, nos remite a la celebración de la Eucaristía, para decirnos que la misa dominical y la de cada día, ha ser el símbolo de la dimensión festiva y servicial de nuestra vida, que se realiza cuando diariamente somos hombres y mujeres de fe, solidarios, servidores, desprendidos, capaces de compartir, reconociendo en medio del mundo los signos de la presencia del Señor, que nos enseña y nos regala sus dones, porque es Él quien primero nos alimenta y nos sirve a todos como hermanos.
Fr. Miguel Angel Ríos op.
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