¿Qué sentido tiene este "día de oración por los pueblos originarios" ?
lunes, 31 de agosto de 2009
¿Qué sentido tiene este "día de oración por los pueblos originarios" ?
viernes, 28 de agosto de 2009
Evangelio del Domingo 30/08/09
Unos más, otros menos, todos tendemos a aparentar lo que no somos. Contribuye a esto un modo de vida que acentúa una imagen agradable y exitosa de la vida. Dentro de esta inclinación, en un afán por ser auténticos y espontáneos, a veces traicionamos fidelidades y hacemos o decimos lo que se nos ocurre, sin preguntarnos si con esa actitud estoy o no contribuyendo a un mejor vivir como persona, miembro de una familia, y miembro de la sociedad. Detrás de este afán puede esconderse una falsa sinceridad, porque en el fondo, acomodamos la verdad a lo que individualmente nos conviene.
Jesús también percibió en su tiempo, una tendencia a aparentar lo que no se es, en especial entre los fariseos. Ellos por afán de poder y prestigio moral, para dar una imagen de pureza y rectitud en relación a Dios, cumplían escrupulosamente todo los preceptos que reglamentaban el comportamiento externo del pueblo judío, pero no tomaban en cuenta las intenciones de su corazón, que en muchos casos se apartaban totalmente del amor, la justicia, y la misericordia. Identificaban fidelidad a Dios, con cumplimiento de normas. Jesús, les hizo ver que el cuidado de las apariencias externas sin atender la interioridad del corazón, lleva a vivir en una constante falsedad. Frente a la preocupación farisea por lo que es puro o impuro, Jesús les mostró que nada es bueno o malo en sí mismo, sino en relación al valor de la vida humana y al amor en los cuales reina Dios. Por eso en lugar de estar preocupados de lo que los demás hacen o no hacen, como por ejemplo lavarse las manos, Jesús les llamó a preocuparse por purificarse de las malas intenciones, mentiras, vicios y falta de sentido moral que tenían en su corazón (Mc.7,1-8. 14-15.21-27).
La expresión de Jesús “¡Qué bien mantienen las apariencias!”, resuena para nosotros hoy como una interpelación al corazón de nuestra sociedad, llamándonos a despojarnos de la hipocresía, la superficialidad y la falta de sentido ético que nos invade, generando una especie de contaminación ambiental pero a nivel de nuestra convivencia. Si en nuestro corazón se dan estas tendencias que matan la vida, es también allí mismo donde podemos encontrar la verdad de nuestra vida en la Verdad del Señor, que se nos regala en su presencia y su Palabra; todo depende hacia donde inclinemos el corazón. El Señor nos llama a inclinarlo hacia la verdad y el amor, que renuevan la vida y nos llevan por caminos de conocimiento personal e interpersonal, como seres humanos y como hijos de Dios, impregnándonos de autenticidad, sinceridad y bondad.
Fr. Miguel Angel Ríos op.
viernes, 21 de agosto de 2009
Reflexión sobre el Evangelio del domingo 23/08/09
¿USTEDES TAMBIÉN QUIEREN IRSE?.
¿Ustedes también quieren irse?; ¿qué responderíamos hoy, si Jesús nos hiciera una pregunta como esta?; algunos tal vez dirían:“¡Sí, quiero irme!, ¡me voy!, mi corazón tiene otros horizontes, no aguanto más soledad, cansancio, escándalos, frustración”; “no aguanto más una Iglesia mediocre, burócrata, anclada en el poder clerical, donde la participación laical cuenta como cifra y su protagonismo se condiciona muchas veces a la última palabra de la jerarquía”...
Hoy, en la voz de bastantes laicos, resuena la voz del Señor, recordándonos la exigencia de saber ser como Iglesia comunitarios y misioneros. Es la misma voz del Señor que en su tiempo interpeló a quienes entre sus discípulos querían anquilosarse en los ídolos de este mundo, con la excusa de que el Señor era demasiado exigente (Jn.6,60-69); esto hizo que algunos de los seguidores del Señor se fueran. Lo mismo pasó en las primeras comunidades de la Iglesia formadas por los apóstoles, cuando en contradicción con las exigencias del amor cristiano, se daban entre ellos los defectos que puede tener cualquier grupo humano. Para muchos en esas circunstancias la solución fue irse. Partir, separarse, claudicar; es la reacción espontánea al enfrentamos a nuestra fragilidad humana. Es esa parte nuestra insegura y con afanes de grandeza, que quiere ansiosamente tenerlo todo resuelto y claro lo más pronto posible; si eso no se da, viene la frustración de expectativas y el desánimo.
Aprovechando la ocasión de los discípulos que se fueron del grupo de sus seguidores, Jesús planteó una pregunta directa a quienes se quedaron con él: “¿Ustedes también quieren irse?”. Dicho en otras palabras, ¿A qué y a quién quieren ser fieles en su vida?. Esta misma es la pregunta que Jesús nos hace hoy. Es humano perder la esperanza. Donde hay seres humanos, hay siempre motivos para escándalos, desencuentros, ambigüedades, divisiones, ambiciones, pequeñeces, y frente a eso, muchos querrán claudicar. Pero el amor según el ejemplo de Cristo, solo se fortalece si en esas circunstancias nos ayudamos en solidaridad y paciencia.
“¿A quien vamos a ir?, Tú solo tienes Palabras de vida eterna”: Estas palabras de Pedro a Jesús, respondiendo su pregunta, reflejan la convicción de que la vida adquiere sentido pleno solo en fidelidad a Jesús y a la Iglesia. El amor conduce y anima nuestra vida, renovándonos cada día en la opción por el Señor y por las personas a quienes amamos. El desafío es hacerlo en forma profética, criticando con esperanza y amor las estructuras de poder burócrata y dando pasos comunitarios concretos, con paciencia y amor, propiciando la participación de todos. Sin duda que esta realidad nos interpela a quienes formamos parte de la jerarquía de la Iglesia, para ser humildes, acogedores y animadores de las esperanzas e iniciativas laicales suscitadas por el Señor.
Fr. Miguel Angel Ríos op.
jueves, 20 de agosto de 2009
El desafío da la nueva evangelización: sacerdotes bien formados.
Benedicto XVI reconoce que la formación permanente de los sacerdotes constituye un punto decisivo para que la "nueva evangelización no se quede simplemente en un eslogan atractivo".Así lo constató este miércoles 19 de agosto durante la intervención que pronunció durante la audiencia general, celebrada en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, dedicada a recordar la figura de san Juan Eudes (1601-1680), cuya memoria litúrgica celebraba ese día la Iglesia, y la formación del clero.Este santo francés, como recordó el Papa, comprendió que para descubrir el amor del Corazón de Jesús es decisiva la formación profunda y continua de los sacerdotes, motivo por el cual fundó la congregación de Jesús y María, actualmente extendidos por Francia, Italia, América del Norte, América Latina, el Caribe y África."También hoy se experimenta la necesidad de que los sacerdotes testimonien la infinita misericordia de Dios con una vida totalmente 'conquistada' por Cristo, y aprendan esto desde los años de su formación en los seminarios", reconoció el Papa en pleno Año Sacerdotal.
domingo, 16 de agosto de 2009
Cientos de personas peregrinan al Santuario de la Virgen del Tránsito en Metrenco
Muy temprano cientos de personas, varias de ellas en grupos familiares, iniciaron las caminatas tanto desde el norte como desde el sur y sectores aledaños, para estar presentes en las misas que se programaron cada una hora en el Santuario a la Virgen del Tránsito.
Usando las calles de servicio y siempre bajo escolta de Carabineros, los fieles arribaron paulatinamente al sector, donde animadores preparaban el inicio de las misas.
El obispo de la Diócesis de Villarrica, monseñor Francisco Javier Stegmeier, quien por primera vez preside esta celebración, destacó la alegría y cariño de los fieles que, pese a la inestable condición climática, llegaron al Santuario.
viernes, 14 de agosto de 2009
Día de la Asunción de la Virgen
viernes, 7 de agosto de 2009
Evangelio del Domingo
CRISTO, NUESTRO PAN DE CADA DÍA.
Uno suele escuchar a veces, la opinión de quienes se cuestionan el por qué la Iglesia manda ir a misa todos los días Domingo. Es verdad que no tiene sentido celebrar por obligación la Eucaristía, el sacramento de nuestra fe, porque la fe no se tiene por decreto, sino que, siendo un don divino, es a la vez opción libre y voluntaria por vivir abierto a la acción de Dios. El mensaje del evangelio de hoy (Jn. 6,41-51) puede iluminar positivamente nuestro sentido crítico. No se trata de obedecer una orden, sino de descubrir en la celebración dominical, el sentido de la presencia de Cristo como alimento para nuestra vida. Igual como es necesario alimentarnos para cuidar la salud de nuestro cuerpo, así también es necesario alimentar la salud de nuestro espíritu. Igual como el pan alimenta nuestro cuerpo, así Cristo con su presencia, y su Palabra alimenta nuestra mente y nuestro corazón; por eso el evangelio lo presenta como “el pan de vida” o el “pan para la vida del mundo”. Es decir, Jesús puede nutrir las convicciones, criterios y valores que animan toda nuestra existencia, dándole sentido a la vida diaria de todos los que a nivel personal, familiar y social acogen su propuesta, la propuesta de una prosperidad integral de vida.
Aunque a más de alguien estos argumentos no lo convenzan respecto a la misa dominical, no podemos desconocer que el mundo de hoy está desnutrido y con signos de inanición, en lo que respecta al sentido de nuestra vida y convivencia no solo como hijos de Dios, sino como seres humanos. Necesitamos alimentar nuestro diario vivir en varias áreas, pero tal vez la más urgente en este momento sea aquella que concierne el manejo de los conflictos. No los manejamos bien. Tenemos la tendencia a destruir la vida recurriendo a la violencia en todos sus tonos, desde una simple agresión verbal, hasta la guerra que es signo de muerte a todo nivel. En este sentido, resulta de gran actualidad la práctica del Señor, en torno al diálogo y al perdón como camino no violento para solucionar los conflictos, de modo que salvemos la vida y la posibilidad de tratarnos con respeto y amor, aún sintiéndonos adversarios o enemigos, porque por sobre las coyunturas que nos enemistan, todos somos iguales, seres humanos y hermanos. Hoy por hoy, el pan para la vida que el mundo necesita con urgencia es el pan de la paz y la sana convivencia.
Fr. Miguel Angel Ríos op.