DOMINGO 8 DE MARZO DE 2009
Al celebrarse hoy el Día Internacional de la Mujer, con profundo gozo y alegría les hago llegar un fraternal saludo en nombre de la Iglesia, dando gracias a Dios Padre por el don de la vida de cada una de ustedes.
Juan Pablo II nos recuerda en su carta apostólica Mulieris Dignitatem: “La dignidad de la mujer y su vocación, objeto constante de la reflexión humana y cristiana, ha asumido en estos últimos años una importancia muy particular. Esto lo demuestran, entre otras cosas, las intervenciones del Magisterio de la Iglesia, reflejadas en varios documentos del Concilio Vaticano II, que en el Mensaje final afirma: «Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga».
Como no agradecer y alabar al buen Dios que hizo “a imagen y semejanza” suya una compañera para el hombre, para que juntos formaran una sola carne y dominarán la tierra. Por eso hoy, cuando parece ser que los cimientos de la familia se remecen el rol de la mujer es fundamental, en torno a ella nace, crece y se desarrolla la familia, los hombres y mujeres que mañana serán los constructores de una nueva sociedad, cimentada sobre la dignidad inalienable de cada ser humano.
Como no agradecer y alabar al buen Dios por el don inestimable de mujeres que han dado y dan su vida entera por amor, a los prójimos más sufrientes y débiles y ser testigos del Amor Absoluto de Dios. La Iglesia “da gracias por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad femenina.” (Mulieris Dignitatem)
Que María Santísima, modelo de la vocación y dignidad femenina, interceda ante su Hijo Jesucristo por cada mujer de nuestra tierra, implorando los dones y gracias divinas.
Les quiere y bendice.
+Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente Conferencia Episcopal de Chile
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